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Condenado por no cuidarnos del violador

Avatar del María Josefa Coronel

"A la justicia la acomodan jueces indolentes, amigos de violadores, quién sabe si por ser violadores ellos también"

Creer que el caso de Paola Guzmán es único y es tema del pasado es la fantasía vergonzosa de muchos quienes no miran de frente al monstruo violador que habita en hogares y escuelas, y que sigue lastimando la mente y el cuerpo de niñas y adolescentes sin freno alguno. En el Ecuador, entre 2014 y 2018 hubo más de 4.111 denuncias de violencia sexual, de las cuales casi el 50 % sucedió dentro de las instituciones educativas.

¿Qué pasa con estos casos? Muy pocos son investigados y casi ninguno es sancionado. ¿Por qué? Porque se sigue aceptando como tolerable la pretensión de usar el cuerpo de las mujeres.

¿Qué pasa con las víctimas? En algunos casos se las culpabiliza por ser demasiado atractivas, otras sobreviven la agresión en silencio y otras, como Paola, se suicidan.

¿Qué pasa con los agresores? Casi nada, siguen husmeando dónde y cómo atacar y, sin importar si son ricos o pobres, académicos o no, viven detrás de una imagen mentirosa, tan bien adornada como la de un demonio.

A la justicia la acomodan jueces indolentes, amigos de violadores, quién sabe si por ser violadores ellos también.

Las escuelas se mueven por el temor al mal prestigio, entonces tapan todo, defienden al delincuente porque luego “viene la prensa y empieza la presión”, así como taparon al violador de Paola, quien con 14 años y cuando empezó a bajar sus calificaciones, recibió el ofrecimiento de ayuda del vicerrector de su colegio, siempre y cuando tuviera relaciones sexuales con él. El resto de autoridades siempre supo de ese sometimiento sexual que duró un año, y a pesar de la denuncia que presentó la madre de Paola a la justicia, el vicerrector fugó y luego obtuvo que se declare prescrita la acción penal

La Corte Interamericana de Derechos Humanos condena al Ecuador como responsable por violación a todos los derechos que tuvo Paola, sin perjuicio del daño causado a su madre y familiares.

Que Paola haya sufrido por tanto daño no es solo violencia en un colegio determinado, es un acto que se tolera en una estructura social privada y pública incapaz, obsesionada con el poder y el sexo.