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Pepa de oro: pasado, presente y futuro

Qué deleite en lenguaje figurado y real: “vinculado a un placer del ánimo… genera satisfacción, goce, agrado, dicha y placer de los sentidos”. Sí, deleite y aplausos por la gestión pública del exalcalde Jaime Nebot, por la actual alcaldesa Cynthia Viteri y Gloria Gallardo, presidenta de la Empresa Pública Municipal de Turismo, Promoción Cívica y Relaciones Internacionales de Guayaquil, por la inauguración del Museo Nacional del Cacao de la calle Panamá.

Hay tantas facetas a aplaudir: la propia gestión que valoró el pasado, el presente y futuro de este producto mágico; el modelo pragmático del Municipio, que en este caso consistió en la adquisición de la casa patrimonial de Walter Guzmán Aspiazu (cacaotero del siglo XIX), la consecución de aliados y la tercerización. Este inmueble lo construyó Macaferri, ícono de la arquitectura guayaquileña, habiendo mi yerno, el arquitecto Javier Tola, ofrecido donar los planos originales.

Valoramos también la generosidad de Guayaquil, hoy representada por la familia de Carlos García, concesionarios y responsables del museo, por otras organizaciones de la sociedad civil vinculadas al cacao y por el empresario francés Jean Paul Burrus, que aportó maquinaria antigua (verdaderas esculturas) y la fábrica de chocolates con equipamiento moderno. Y suma y siga: los futuros aportes al turismo en Guayaquil; el reconocimiento a las pasadas generaciones de ‘los gran cacao’, no solo enfatizando su gran vida en París, sino también el avance financiero que implicó para Ecuador, el orgullo que se generó en nuestros montuvios y el desarrollo de industrias más sofisticadas de chocolate con cacao ecuatoriano en Francia, Italia y Suiza inicialmente.

Lo abarcativo de la concepción del museo, que incluye aspectos históricos, agronómicos, humanos, industriales, tecnológicos, gastronómicos/chocolateros, merece también reconocimiento, además del museógrafo/constructor Enrique Fierro y los curadores liderados por Lupe Álvarez y su sofisticada muestra de nuestro arte contemporáneo.

El aroma a cacao secándose en la calle Panamá es parte del tejido cerebral nostálgico de los guayaquileños.

¡A compartirlo con el mundo!