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Sueño imposible

Avatar del Luis Villacrés

"Los padres, los mayores, todos somos educadores que estamos llamados a dar buen ejemplo"

Debemos enseñar a nuestros niños, a nuestros jóvenes, desde muy temprana edad, a soñar con sus ideales, a lograrlos por imposibles que parezcan, a creer en el amor verdadero, la búsqueda de la virtud, el esfuerzo individual, de lograr todo lo bueno que se propongan o aprovechar las oportunidades que encuentren en el camino de su vida. En consecuencia, como antítesis, que prefieran aborrecer todo lo contrario, que siempre rechacen los caminos fáciles, la maldad, la injusticia, la violencia, la corrupción, las drogas, el dinero fácil.

Los padres, los mayores, todos somos educadores que estamos llamados a dar buen ejemplo e insistir en el valor de las virtudes, del esfuerzo, del estudio, a cultivar el amor a los deportes, el cuidado de la salud y del cuerpo. Desde la Antigua Grecia se inculcaba la práctica de las diferentes disciplinas y se nos legó el culto por la belleza, fortaleza corporal y la práctica de todos los deportes. La máxima de “mente sana en cuerpo sano” proviene de los tempranos preceptos de la filosofía griega, que procuraban un cultivo de la mente, el cuerpo y el alma, para alcanzar un sano y saludable equilibrio en la vida de todo ciudadano.

Sin embargo, en los tiempos de hoy, se glorifica la mediocridad, la corrupción, la violencia, el crimen, el dinero fácil; son los antivalores que la televisión, el cine, nuestras novelas, la literatura, que tratan de promover como válidos, como objetivos alcanzables para nuestra niñez, y juventud. La vida de los superhéroes, de nuestros próceres, de los hombres ilustres de nuestra historia, han sido olvidados, dejaron de ser referentes del comportamiento ideal. Los maestros, los profesionales, hombres virtuosos, especialmente los más severos y los más exigentes, dejaron de ser nuestros modelos y las personas más respetadas de nuestra sociedad.

“Moral, la sana moral consiste en amarse bien, en hacer a todos el bien y en no hacer a nadie el mal”, reza una de las estrofas del Alfalbeto para un niño, de José Joaquín Olmedo. Termina diciendo: “estas reglas, hijo amado, te harán un niño gracioso, un joven pundonoroso, un hombre bueno y honrado, un anciano respetado, que a sus iguales auxilia, sus diferencias concilia, con bondad, no con rigor; y muere, siendo él el honor, de su Patria y su familia”. Estas letras deberían volverse a enseñar con insistencia a todo niño, desde sus primeros días de escuela, e inculcarse en todo hogar.

Casos vergonzosos, como Seguros Sucre, Petroecuador, Las Torres, Arroz Verde, las refinerías, son solo unos pocos, que nos hacen ver la profundidad de la corrupción en el Ecuador. Los episodios de sicariato, la violencia entre bandas, el tráfico de medicinas en los hospitales públicos, la impunidad en la mayoría de los casos, la ineficacia por recuperar los dineros robados, la arrogancia de los encausados, de huir y desafiar la Justicia, de no responder por sus actos y fechorías.

Insisto en que nada es igual, que no da lo mismo ser derecho que traidor, que prefiero la letra y enseñanzas del Quijote, de ser fiel a tu noble ideal, de dormir con el alma en paz, al llegar el instante final, “luchar por un mundo mejor, perseguir lo mejor que hay en ti y lo imposible soñar”.