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Si no es suyo, no lo toque

Avatar del Lourdes Luque

Manos a la obra. Si no las imágenes de Kabul 2021 se nos pueden acercar

Era la temporada de playa de 1959, estábamos con la familia Kakabadse en la casa de Salinas. Ya conocen esa anécdota, pero vale la pena repetirla. Yuri, mi mejor amigo y yo, nos agarramos en una tremenda pelea de arañazos y halones de pelo. Todo por los carros de colección que él había llevado. Los hacíamos circular por el filo de la mesa y al encontrarnos de frente, ninguno quiso dar paso al otro. Fue la única pelea que tuvimos los 60 años que Yuri vivió. Aprendí a respetarlo desde ese día. Pues si los carritos eran de él, la mesa era mía. A pesar de que teníamos cuatro años, la lección de esa pelea nos quedó grabada para siempre.

Y allí está el fondo de todo. Tenemos una cultura de irrespeto. Las familias no educan en respetar las cosas de los demás. Así hemos construido una sociedad de irrespeto. Por todos lados explotan actos de corrupción, que no es otra cosa que irrespeto con los recursos ajenos.

Se irrespeta en el colegio, cuando los chicos sufren ‘bullying’ por parte de sus compañeros. Se irrespeta cuando se copia en un examen y se obtiene una nota que no se merece. Se irrespeta al peatón, al ciclista o a otro conductor en las calles de la ciudad. Se irrespeta al medio ambiente cuando arrojamos basura a las calles, o destruimos árboles, o agredimos a animales. Se irrespetan los monumentos en parques y plazas, con grafitis y destrucción. Se irrespeta el buen nombre de las personas en las redes sociales. Se irrespeta a la mujer, con violencia doméstica y abusos, incluso sexuales, usualmente de los más cercanos en la casa. Se irrespeta a una religión, si no es la nuestra. Se irrespeta a una comunidad si se organiza un levantamiento popular que lo destruye todo al pasar. Se irrespeta a una sociedad cuando el narcotráfico campea. Robos, violaciones, abusos, afectaciones al ambiente, a la ciudad y a la sociedad en general, se evitarían con el “si no es tuyo, no lo toques”.

El respeto es la piedra angular de la convivencia social. Es a todas luces un valor que nos hace falta como sociedad. Me dijo mi hija Yuyu: si tuviese que inculcar tan solo un solo valor a mis hijas, ese sería el respeto. Manos a la obra. Si no las imágenes de Kabul 2021 se nos pueden acercar.