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Minar la autoridad

Avatar del Lourdes Luque

El cómo vamos a responder a este escenario, nos determinará como nación

Cuando quieres destruir un sistema, arrancas con minar la autoridad. Así ocurre en la familia, en la academia, en la iglesia o en los países. No hay libertades sin autoridad que las regule. Así de simple.

Las fuerzas del orden de Ecuador son esa autoridad, no lo digo yo, lo dicen las encuestas de opinión cuando las colocan solo por debajo de la Iglesia.

Y es explicable, todos sabemos que la propia creación del Estado se produjo gracias a la obra libertadora del ejército emancipador de octubre. Las reconocemos como ese imprescindible elemento equilibrador de aquellas libertades en situaciones complejas, y hoy estamos ante una.

Hay preguntas que hoy, cuando hay una avalancha de descrédito hacia ellas, debemos responder. ¿A quiénes les interesa su debilitamiento? ¿Cuáles son las intenciones de esos enemigos de la democracia? ¿Qué medios están usando y con qué recursos?

Muchas de esas respuestas son obvias. Un país acéfalo y sin autoridades fuertes son ese caldo de cultivo para el caos total y la anarquía. El paraíso de la narcopolítica. ¡Nos estamos jugando una gran batalla contra el eje del mal!

Nuestras fuerzas del orden -Fuerzas Armadas y Policía- no son ejército de ángeles, tampoco son el ejército de Lucifer; son humanas, con sus errores y aciertos, pero son nuestras y jamás se doblegaron a los intentos de destruirlas que en la década negra las tuvo como su objetivo para coaptarlas, como lo hizo Venezuela. Recordemos los entrenamientos en esa época de células urbanas que afloraron con todo su esplendor en la revuelta de octubre de 2019.

Reconozcamos a nuestras fuerzas del orden como fundamentales. Han sido formadas en valores como: honor, orden, respeto y disciplina, tan necesarios hoy en cada espacio de nuestra cotidianidad. Ya no tenemos enemigos externos, sino internos; si deben corregir errores tienen todo el apoyo ciudadano. Conscientes estamos de que hay hoy un conflicto entre el bien y el mal, y no hay nadie mejor preparado que ellos para defendernos. El cómo vamos a responder a este escenario, nos determinará como nación.