Columnas

Carta al presidente

Y, por lo tanto presidente, llegó la hora de que con su valentía, mida fuerzas con los atrasa pueblos. ¡Quememos las naves, el pueblo está a su lado!

Aunque usted ya lo sabe, insisto en decirle que los ecuatorianos tienen en su mente como el gran problema del país: la falta de empleo, la reactivación económica, el apoyo a la empresa privada -ya que saben que sus puestos están justamente en esa capacidad de producción-, la lucha contra la corrupción, y puedo imaginar que hoy también tienen como prioridad su seguridad. Por lo tanto, presidente, no se deje desconcentrar de lo que realmente espera Ecuador de usted.

A los ecuatorianos no les importa si los indígenas deciden romper el diálogo y quemar las ciudades por mantener un subsidio que solo beneficia a las mafias. A los ecuatorianos no les importa si la Asamblea decide bloquear una ley para favorecer las oportunidades laborales, con tal de bloquear el cambio de modelo obsoleto y fracasado. A los ecuatorianos no les importa si los partidos políticos a unísono le declaran una guerra sin cuartel de denuncias y demandas sobre el origen de sus bienes y recursos económicos. A los ecuatorianos no les importa si es consulta popular, muerte cruzada o imperio de la ley, lo que esperan es que le permitan cumplir con sus compromisos, así como cumplió con la vacunación.

Los ciudadanos están esperanzados en que usted pueda convertir en realidad todas las expectativas que pone en usted y que día a día lo siguen convirtiendo en una asombrosa mayoría que lo posiciona como el segundo mandatario con mayor aprobación del mundo. Los ciudadanos quieren que usted evite que su futuro se diluya, como lo que está pasando en casi toda América del Sur. Los ciudadanos saben que usted se la está jugando por completo para encontrar escenarios que le permitan gobernar, con la valentía y entereza que lo caracteriza. Los ciudadanos no quieren cuatro años de secuestro del poder por parte de los poderes de las fuerzas oscuras de la patria.

Usted presidente lo tiene todo: una gran familia, estabilidad económica resultado de una vida de trabajo y prestigio internacional. El pueblo no es tonto, por eso lo apoya y está dispuesto a cerrar filas con usted si este tortuoso camino nos lleva a la prosperidad. Y, por lo tanto presidente, llegó la hora de que con su valentía, mida fuerzas con los atrasa pueblos. ¡Quememos las naves, el pueblo está a su lado!