Corrupción SOS

Avatar del Larissa Marangoni

Promesas en tiempo de elecciones. Y un nuevo presidente llegará y la historia se repetirá.

Creo que estamos cansados de seguir escuchando día a día todas las tramas de corrupción que salen a flote. Lo que más me preocupa son los ‘millennials’, que están involucrados y manipulados por viejos mañosos, y que para hacerlos sentir mejor los llaman “empresarios”. Cuando se manosean palabras, colores y nombres, nadie quiere utilizarlos porque tiene connotaciones negativas. No solo se debería culpar al que roba sino también a los que se benefician asistiendo a las fiestas, a los paseos en barco con dinero del pueblo ecuatoriano. No tienen perdón. Nuestra sociedad desafortunadamente, celebra tanto a las personas con dinero, que lo que estamos viviendo es culpa de muchos. Lo material está por encima de la honradez. Acá la llaman viveza criolla, yo la llamo vergüenza. ¿Cómo se puede hablar de respeto cuando el mismo Gobierno no lo practica y nuestras leyes siguen siendo aprobadas dependiendo de cuánto les dan? ¿Cuantas personas se endeudan para comprarse un carro para trabajar y cuántos políticos y servidores públicos han recibido un carné de discapacidad para comprarse vehículos de alta gama para que los amigos los envidien? Dan asco. No tiene perdón una sociedad política corroída, donde se compran y se venden, donde se ponen títulos y profesiones para justificar sus millones robados. Una sociedad en decadencia, donde la pandemia no llega ni a los tobillos de los corruptos porque algunos siguen libres con grillete electrónico, fácil de sacar. Lloran algunos por mantener patrimonios naturales cuando ya los han vendido a los chinos; se justifican porque están en aguas internacionales y nuestro gobierno mirando. Es como si tuviéramos un vecino que le pega a su esposa y nosotros solo vemos, sin actuar. Por eso no avanzamos como sociedad “ha robado pero hay obra”. Justificamos lo injustificable. “Piratas políticos”. Y hasta ahora no se ha recuperado lo robado. No hay dinero pero sí hay para robar. Seguimos exprimiendo a la empresa privada para pagar los sueldos de miles de servidores públicos. Promesas en tiempo de elecciones. Y un nuevo presidente llegará y la historia se repetirá.