Juan Carlos Holguín | Una ley para que las apuestas no maten

Estamos ante una bomba de tiempo en el Ecuador, con una serie de bandas incursionadas ya en el fútbol
El pasado 19 de septiembre, Jonathan ‘Speedy’ González, un futbolista del club 22 de Julio de la Serie B del fútbol ecuatoriano, con tan solo 31 años, fue asesinado en Esmeraldas.
Asistiendo diariamente a la difusión de tantos casos de sicariato en los últimos años, la sociedad tiende a normalizar este tipo de hechos. Pero en 2021 el Ecuador tuvo un punto de inflexión en esta espiral de violencia que hemos olvidado: el asesinato de nuestra estrella deportiva Alex Quiñónez, también en Esmeraldas.
Como todo en nuestro país, otros hechos taparon este, del que nunca se tuvo una investigación seria. Solo se dijo, en su momento, que nuestro campeón había estado en el lugar equivocado, rodeado de las personas equivocadas. Matar a un personaje público tan querido pasaba ciertas líneas.
Lo de González tiene causas distintas, pero impacta el que alguien conocido se vaya de esta manera. Se ha difundido abiertamente que el hecho está ligado a las apuestas deportivas. Como lo dije hace unos meses, soy de los que inicialmente creyó en que las apuestas deportivas eran un elemento de entretenimiento que fidelizaba a los fanáticos con su deporte.
En los años en que tuve la oportunidad de estar cerca del fútbol inglés, veía a los juegos de pronósticos y apuestas como una acción ligada a la pasión por el deporte. Los ingleses apostaban no solamente al resultado del partido de la Premier League sino que también pronosticaban si iba a llover el día de la boda del Príncipe Harry.
Pero la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito publicó hace poco un informe sobre apuestas ilegales y deporte, asegurando que la industria de las apuestas ha abierto una ventana enorme para el blanqueamiento de capitales de las economías ilegales y la operación de mafias. Más aún en un país dolarizado como el nuestro.
En Ecuador, ante la falta de normativa, los últimos años han proliferado las ofertas de apuestas deportivas. No hay control alguno de los cientos de locales sin rótulos en pequeños pueblos que captan dinero para las apuestas, ni reglas antilavado. Tampoco se ejecuta el seguimiento de los movimientos financieros de las empresas, ‘fundaciones’ o empresas ‘escudo’ que se crean permanentemente para burlar controles.
Lo que dijimos hace algunas semanas se consolida: estamos ante una bomba de tiempo en el Ecuador, con una serie de bandas incursionadas ya en el fútbol sin ningún tipo de control. Adicionalmente, los niveles de ludopatía no son analizados a profundidad por las instituciones del Estado y ya hay familias sobreendeudadas por las apuestas, y con muchos de sus miembros con adicción al juego.
Debemos exigir a las autoridades que se inicie la discusión de una ley en honor a Jonathan González, pues las apuestas no son diversión, son parte de las actividades que tienen las estructuras criminales de este país, como el tráfico de personas, la minería ilegal, o el narcotráfico. Son un arma que ya ha explotado en las manos de nuestros adolescentes y niños.
Se trata de exigir la regularización urgente de estas actividades mayoritariamente ilegales. Se puede empezar por analizar el resultado del partido 22 de Julio contra Vino Tinto, el pasado 16 de julio de este año.