Premium

Juan Carlos Holguín | De Rocafuerte a Glas hay una enorme diferencia

Avatar del Juan Carlos Holguín

La importancia de personajes como Rocafuerte en la historia de Ecuador y México contrasta con la decisión del gobierno de López Obrador

Ecuador y México comparten una profunda historia mutua a pesar de su distancia geográfica. Sus coincidentes batallas libertarias, la presencia mayoritaria de mestizos dentro de sus poblaciones y la cantidad de pueblos indígenas en sus territorios, que han preservado su cultura a lo largo de la historia, son algunas de las similitudes.

No resulta sorprendente entonces que México haya decidido, en el año 1838, instalar en Guayaquil su primer consulado en América del Sur. Al fin y al cabo, nos unía no solo el activo comercio sino una potente historia común, con personajes relevantes de ambas sociedades.

Uno de ellos fue Vicente Rocafuerte. Nacido en Guayaquil en 1783 y descendiente de una adinerada familia, fue enviado a los 10 años a estudiar en Granada, España, con el fin de que se convierta en militar en el Colegio para Nobles Americanos.

Pero su vida dio un vuelco hacia las letras y las humanidades cuando decidió partir a París, unos años más tarde, para culminar sus estudios en el colegio Saint-Germain-en-Laye, que fue fundado por Napoleón Bonaparte.

En su estancia en la capital francesa, Rocafuerte conoció de cerca a personajes como Simón Bolívar, Humboldt o Bonpland. También logró un nivel de cercanía con la familia Bonaparte, especialmente con los sobrinos de Napoleón, lo que le permitió vivir de cerca algunas experiencias del futuro emperador.

Tras regresar por unos años a Guayaquil, decidió trasladarse a Estados Unidos. Desde Filadelfia escribió su Bosquejo ligerísimo de la revolución de México, desde el grito de Iguala hasta la proclamación imperial de Iturbide, en el que criticó la transformación imperial de México.

Cuando cayó la primera monarquía mexicana, Rocafuerte viajó a México soñando con el inicio de la unidad iberoamericana.

 Por su trayectoria y reputación, pudo conocer a los personajes más notables del nuevo republicanismo mexicano y fue así que el electo presidente general, Guadalupe Victoria, decidió proponerle una misión diplomática de México en Gran Bretaña.

Para parar la discusión sobre si era correcto entregar tal misión a un ciudadano de otra nacionalidad, la Cámara de Diputados decidió conferirle la nacionalidad mexicana a Rocafuerte, junto a Simón Bolívar y a José Moreno Guerra, tres individuos con dotes ejemplares.

En su misión, Rocafuerte logró que Gran Bretaña reconociera la independencia de México y pudo negociar el primer tratado comercial entre ambas naciones, además de otros grandes logros que le han valido el reconocimiento histórico del pueblo mexicano.

La importancia de personajes como Rocafuerte en la historia de Ecuador y México contrasta con la decisión del gobierno de López Obrador de acoger en su Embajada en Quito a una persona sentenciada por corrupción; que está libre por disposición de un juez que a su vez hoy está requerido por la justicia; que tiene adicionalmente denuncias de acoso por parte de una mujer muy cercana; y que está llamado a rendir versión por otros posibles actos de corrupción.

Es triste que México, sin reconocer la historia común con personajes como Vicente Rocafuerte y otros políticos, artistas o filósofos, sea hoy escape de personas que no quieren enfrentar a la justicia.