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Juan Carlos Holguín: Una nueva mirada en la región

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Ya se planteó en algún momento de la historia, la necesidad de proponer una nueva vía de globalización

Dicen que 40 días es el tiempo adecuado para reflexionar. Me los tomé para hacer un sano balance de mis ideas y analizar, sin apasionamientos, lo que está sucediendo en nuestro entorno.

En este lapso el Ecuador tiene un nuevo presidente, tras la contundente victoria de Daniel Noboa. El papa Francisco, hombre al que le debo mi regreso a la fe, falleció. Y tenemos también un nuevo papa, León XIV, gracias a una magistral ‘movida’ del Espíritu Santo: se da continuidad al legado de Francisco; se elige un papa estadounidense en este momento del mundo; y, al mismo tiempo, se da importancia a la periferia con un papa que vivió gran parte de su vida en Chiclayo.

El mundo se siente inestable. Nunca antes, desde la Segunda Guerra Mundial, hemos tenido tantos conflictos. No cesan los ataques de Rusia contra Ucrania y se ha iniciado una nueva guerra, aunque con un cese al fuego momentáneo, entre India y Pakistán. No parecería haber esperanza de que el conflicto en Gaza termine. El terrorismo de Hamás sigue utilizando a personas inocentes para sus fines.

Y Estados Unidos, uno de los países más relevantes por su fuerza hemisférica, ha avanzado -y retrocedido- en su llamada ‘guerra arancelaria’.

Por donde veamos, nuestro país tiene crecientes desafíos y el futuro diplomático no parece fácil.

Para la región, la geopolítica se reduce a la dicotomía entre China o Estados Unidos. La semana pasada, la Casa Blanca publicó un tuit criticando posibles préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo a Colombia, que seguramente terminarían en obras de empresas chinas. Fue una singular forma de dejar sentada su posición tras el viaje de Petro a China, donde en el marco del foro Celac-China, inició la fase de adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda.

En este último trimestre se ha consolidado un nuevo orden mundial, marcado por la polarización social e ideológica. Los radicalismos ganan fuerza y los estadistas escasean. Y en nuestra región, seguimos avanzando divididos, con enormes fracturas entre países.

El reto de construir una vía latinoamericana de integración en el mundo parecería misión imposible. El análisis debe estar basado en los únicos mecanismos de integración regional que han funcionado en la historia. No quiero topar temas precoloniales, peor aún independentistas, pero voy a hablar de globalización.

Como excanciller, participé en decenas de foros regionales, desde Prosur hasta Celac. Pero solamente hay uno que cuenta con la participación casi general de todos los jefes de Estado sin importar su ideología: la Cumbre Iberoamericana. 

Ya se planteó en algún momento de la historia la necesidad de proponer una nueva vía de globalización. Y lo hizo Miguel López de Legazpi, llamado el ‘Adelantado’, quien generó una gran ruta comercial y cultural en un triángulo global de oro: la América hispánica, la zona ibérica y Filipinas.

En un mundo donde para 2060 se espera que más del 55 % del producto bruto interno del mundo esté en Asia, es importante marcar nuestra posición hemisférica frente a ese desafío. La política exterior, entonces, debe ser construida con base en esta realidad. Ha empezado bien el Gobierno mirando a los países árabes como un aliado práctico.