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Juan Carlos Holguín | Kast, María Corina y una nueva ola azul en la región

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El triunfo de Kast marca el regreso de la derecha a Chile y la consolidación de una ola de gobiernos de esa tendencia

Muchos se sorprendieron el pasado domingo de los gestos democráticos de Chile tras la histórica victoria del republicano José Antonio Kast frente a la candidata oficialista Jeannette Jara. Pero esa sólida institucionalidad se encuentra presente en ese país desde su retorno a la democracia. No en vano su modelo de desarrollo ha logrado ser uno de los más eficientes en la región.

Basta recordar que cuando el expresidente Piñera falleció en 2024, una potente imagen circuló por el mundo: dos expresidentes de Chile y el presidente en funciones, de distintas corrientes ideológicas, se despedían de él, mostrando así las virtudes de quienes han servido a su país.

La democracia chilena ha madurado y la conciencia cívica ha logrado que una sociedad que hace pocos años nadaba en sangre por su división, pueda concertar en cada espacio para alcanzar el objetivo mayor: un camino hacia el desarrollo. Todo esto, a pesar de que las fuerzas se han reconfigurado y los partidos tradicionales de principio de siglo ya no tienen vigencia.

El triunfo de Kast no solo marca el regreso de la derecha a Chile, sino la consolidación de una ola de gobiernos de esa tendencia que han ganado las últimas elecciones en la región. Se trata de fenómenos políticos ligados especialmente a las nuevas generaciones, que piensan menos en ideologías y más en conceptos como seguridad y libertad.

Aunque el presidente Boric mostró un talante democrático durante su gestión, siendo además un crítico directo del régimen de Maduro, su gobierno estaba adscrito al denominado Grupo de Puebla. En los últimos meses incluso generó un acto de apoyo político al presidente socialista español Pedro Sánchez, vinculado en la actualidad a varios casos de corrupción en su gobierno.

Por tanto, la victoria de Kast ratifica el deterioro del impacto de aquel grupo que suele reunirse en México, cobijados hoy por Claudia Sheinbaum, para quienes Jara hubiese sido un nuevo punto de apoyo. Grupo que tiene tentáculos también en España a través del expresidente Zapatero, quien está a punto de caer en un precipicio por sus vínculos con la narcodictadura de Maduro.

Tanto afectó a la izquierda el triunfo de Kast, que Gustavo Petro le dedicó un vergonzoso trino en sus redes sociales, señalándolo como “nazi”. Pues es el inicio también del desmoronamiento de su gobierno en Colombia, al que le quedan pocos meses en medio de escándalos de vinculaciones con el narcotráfico y propias adicciones.

En medio de todo esto se dio la entrega del Premio Nobel de la Paz a la líder venezolana María Corina Machado. Discursos y momentos emocionantes que proyectaron con exactitud lo que sucede en Venezuela: el premio viene a ser un símbolo, un poderoso símbolo, de la lucha del pueblo venezolano contra una narcodictadura que ha hecho mucho daño a la paz regional.

Había dicho en noviembre de 2024 en esta misma columna, que la elección de Trump era la más importante para el hemisferio en los últimos años. Y que era vital, por eso mismo, mantenerse lejos del Grupo de Puebla.

No es de extrañarse que en medio del impacto del Nobel de Machado, la diplomacia y defensa norteamericanas estén cerca de ejecutar el plan de salida de Maduro. Conforme caen el Grupo de Puebla y Zapatero, el tiempo de la dictadura venezolana es más corto.