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Juan Carlos Díaz Granados | Leer, vivir y decidir

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El Día de la Alfabetización y del Periodista recuerda que la palabra es clave para la libertad y la conciencia social

Mañana, 8 de septiembre, confluyen dos conmemoraciones: el Día Internacional de la Alfabetización y el Día Internacional del Periodista. Ambas recuerdan que la palabra -escrita y hablada- es el más poderoso instrumento de libertad.

La alfabetización -leer y escribir con comprensión- es el primer paso. Lo que realmente requerimos es una educación integral: aprender a vivir con conciencia y coherencia. La educación debería enseñarnos empatía, hábitos saludables, a prepararnos para la tarea de ser padres -quizá la más importante y la menos enseñada-, equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, y propósito de vida. No basta con acumular datos: necesitamos ciudadanos capaces de afrontar la vida con madurez y criterio.

También la educación debe enseñarnos a decidir. Muchos no se paralizan por incapacidad, sino por indecisión. Buscan certezas absolutas que nunca llegan. La vida jamás será 100 % clara. Los más efectivos avanzan pese a la incertidumbre, se adaptan y deciden mejor en un entorno cambiante. Esa es la decisión consciente: una habilidad que se entrena y que la educación debe cultivar tanto como la memoria o el cálculo.

El periodismo cumple un rol vital. El buen periodista traduce la complejidad en relatos claros, cuestiona al poder, denuncia abusos y ayuda a discernir. Pero justamente por la trascendencia de su rol, el periodismo ecuatoriano debe elevar la vara: prepararse mejor, investigar con rigor y ofrecer análisis de fondo. No es crítica, sino un llamado constructivo a fortalecer la profesión, porque una sociedad informada exige una prensa sólida que dé contexto frente a la desinformación.

Salvo honrosas excepciones, tanto la educación como el periodismo en el Ecuador no logran todavía ese nivel de integralidad y excelencia que el país demanda. Reconocerlo no es descalificar, sino asumir que debemos mejorar juntos: maestros, estudiantes, periodistas y ciudadanos.

La respuesta pasa por invertir en educación integral, respetar la labor periodística y valorar la palabra como base de convivencia. Porque una sociedad que no aprende a vivir con conciencia, ni se informa con libertad y rigor, termina escribiendo su futuro con tinta invisible.