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Juan Carlos Díaz: El solitario Ecuador formal

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El Ecuador formal quiere dejar de estar solo. Apoyarlo no es un privilegio: es la estrategia de supervivencia nacional

En Ecuador, el ciudadano que produce y cumple está cada vez más solo.

La economía informal no es un fenómeno reciente ni accidental: es el resultado de un sistema que ha convertido a la legalidad en un privilegio. Lo advirtió Hernando de Soto en El otro sendero: cuando los trámites para formalizar una empresa son lentos, costosos y absurdamente complejos, millones de personas quedan fuera del sistema por imposibilidad, no por desinterés.

Esta exclusión tiene consecuencias profundas. Al cerrarse las puertas de la legalidad, se multiplican las oportunidades para economías paralelas, muchas de ellas capturadas por redes delictivas.

En vez de generar emprendimiento, empleo e impuestos, se alimenta un mercado sumergido que no solo evade tributos, sino que mina la seguridad, la cohesión social y el desarrollo del país.

Mientras tanto, el sector formal -ese que tributa, contrata legalmente, cumple regulaciones, afilia a sus trabajadores y sostiene al Estado con su esfuerzo diario- sigue cargando con el peso de una estructura pública que rara vez lo respalda.

Cada nueva norma, cada trámite redundante, cada fiscalización excesiva o descoordinada, recae sobre quienes ya están dentro del sistema y han apostado por hacer las cosas bien.

Los que sí cumplen enfrentan un entorno crecientemente hostil, sin reciprocidad ni reconocimiento. A cambio reciben inseguridad, competencia desleal, lentitud institucional y escasos o nulos incentivos.

El resultado: una economía dual injusta que transmite un mensaje perverso: en Ecuador, cumplir es más difícil y riesgoso que evadir.

El país requiere liberar el ‘otro sendero’: facilitar la legalidad, modernizar el Estado, simplificar procesos, digitalizar trámites y confiar más en quien produce. Solo así se podrá reducir la desigualdad estructural que alimenta al crimen organizado y a la informalidad.

El Ecuador formal quiere dejar de estar solo. Apoyarlo no es un privilegio: es la estrategia de supervivencia nacional.