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Viteri debería cerrar la boca

Avatar del José Hernández

Es inverosímil la estulticia de la que hace gala la alcaldesa. Su incapacidad congénita para pensar un peligro público con la entereza que su cargo impone’.

Cynthia Viteri hace lo que las mafias buscan: dividir al Estado para dominar el escenario público mientras aterrorizan y extorsionan a la sociedad. Su reacción ante el bombazo, provocado en el Cristo del Consuelo, es políticamente irresponsable y penosamente infantil.

La alcaldesa de Guayaquil no entiende nada de lo que está ocurriendo. No se ha tomado el tiempo de leer lo que ha pasado en Colombia, lo que ha vivido también México. Ella fue candidata a la presidencia de la República y por mera curiosidad debió charlar con un experto en esta materia. Un simple repaso de los hitos de violencia, producidos en Colombia por el narcotráfico, la hubiera disuadido de usar esa narrativa barata en la que mezcla populismo penal con una insensatez supina.

Viteri, fuera de contar armas, carros, chalecos, combustible y cascos, no tiene idea de lo que habla. Nada sabe de esos ejércitos del narcotráfico que pueden funcionar como guerrillas urbanas, terroristas kamikazes o asesinos a sueldo.

¿Sabe la alcaldesa de Guayaquil que en Colombia -apoyada por Estados Unidos- los narcos mataron a centenares de funcionarios, policías, políticos, periodistas y personas que estuvieron en el lugar equivocado, a la hora equivocada? ¿Sabe que pusieron bombas de altísimo poder destructivo en clubes privados, periódicos y canales de TV, dependencias policiales y militares y hasta en la sede de los servicios secretos?

¿Sabe que explotaron en pleno vuelo un avión de Avianca que iba de Bogotá a Cali y que en él murieron 110 personas? ¿Sabe que usaron adolescentes, casi niños, que burlaron los cuerpos de seguridad de personajes muy bien cuidados y lograron asesinarlos? ¿Sabe que liquidaron, con la complicidad de altos funcionarios (que el narcotráfico compra porque dinero le sobra) a candidatos a la presidencia; uno en particular -Luis Carlos Galán- que tenía su triunfo asegurado? ¿Sabe que El Tiempo, un diario de Bogotá, hizo en un día tres ediciones especiales para cubrir tres tragedias generadas por los narcos? ¿Sabe que hubo fiscales y jueces asesinados y una racha de policías eliminados porque Pablo Escobar puso precio a cada policía muerto? ¿Sabe que hubo cientos de secuestrados usados para presionar al Estado y doblegarlo? No, no lo sabe. Viteri juzga sin saber de lo que está hablando.

Es inverosímil la estulticia de la que hace gala la alcaldesa. Su incapacidad congénita para pensar un peligro público con la entereza que su cargo impone. Es inverosímil la desfachatez con que se lava las manos; la demagogia con que echa el agua sucia al Gobierno de un problema complejo y doloroso, pretextando un asunto de competencia.

Viteri cree que su tarea se limita a encontrar responsables y hacer frases rimbombantes que solo muestran su infinita necedad y estupidez, contenidas en las últimas líneas de su más reciente comunicado: “¿Quién manda aquí: el crimen organizado o un gobierno esclavizado”.

La alcaldesa de Guayaquil debería hacer un favor al país: mientras no sepa de qué habla y no se informe, mientras no entienda lo que Guayaquil y el Ecuador enfrentan, mientras ignore los mecanismos y el tiempo que toma engranar las respuestas y, sobre todo, mientras siga lavándose las manos y asegurando que este no es su problema, debería tener la cordura de cerrar la boca.

No puede irrespetar a esos miles de policías y militares que hacen su trabajo y a esos funcionarios que están montando o perfeccionando las estructuras de información, coordinación y operación necesarias para neutralizar esos ejércitos que pueden actuar contra quien sea, en cualquier sitio y a cualquier hora.