Columnas

El presidente Lasso está jugado

Un riesgo inevitable para el país, inmovilizado ante la irracionalidad y la descomposición institucional que padece

¿Y ahora qué, presidente? La pregunta que muchos se hacían en el país, tras el exitoso proceso de vacunación, quedó resuelta con el envío a la Asamblea Nacional, el viernes pasado, de la Ley Creando Oportunidades. La nueva movilización nacional, según dijo Guillermo Lasso, concierne la generación de empleo. Ese es el hilo conductor de estas 179 páginas de un proyecto de 335 artículos, 11 disposiciones generales, 15 disposiciones transitorias y dos disposiciones derogatorias.

A riesgo de crear un debate sobre la unidad de la materia de la ley, el Ejecutivo resolvió juntar en ella por lo menos dos de las urgencias que atenazan al país: la reforma tributaria y la reforma laboral. Juntarlas y enviarlas como proyecto con el carácter de económico urgente, señala el significado que tiene para el presidente y su gobierno tener esas herramientas en mano para gobernar.

Esta ley contiene, en realidad, las principales reformas que el presidente considera debe hacer, en el campo económico, para poner al país a tono con el aire del tiempo. Lasso se concibe como un renovador y cree -y lo ha dicho en entrevistas- que no fue a Carondelet a administrar el ‘statu quo’. No fue a hacer más de lo mismo y su objetivo con esta ley es -como lo dijo en su Mensaje a la Nación- liberar todas las energías productivas. Ahí está, según dijo, el camino que debe transitar el Ecuador y que, entre otros beneficios, contribuirá a crear dos millones de empleos. La ley es, entonces, un insumo esencial para la tarea que se impone como presidente: cambiar al Ecuador; sacarlo del inmovilismo.

Entender que la ley propuesta es solo una parte de la segunda tarea que se impone el mandatario, tras el proceso de vacunación, es esencial para analizar su estrategia. Todavía tiene otras dos movidas políticas posibles en su tablero político: la consulta popular y la muerte cruzada. Dos movidas, arriesgadas cierto, pero que puede, por las circunstancias, usar como armas disuasivas ante la Asamblea Nacional. Esto puede incidir a favor de la calificación de la ley por parte del CAL y de su tratamiento en el pleno que juega, al parecer, en este caso, con cancha inclinada: solo tiene 30 días para tratar el proyecto y corre el riesgo de granjearse el repudio de la opinión por bloquear la ley, arguyendo leguleyadas, o por oponerse a las contribuciones excepcionales que afectan, como dice el gobierno, “a los más ricos”. Si la Asamblea se opone a la Ley estará oponiéndose, políticamente, a la creación de empleo: así están fijados los términos de este mano a mano ante la opinión.

El presidente Lasso está jugado. Incluso se sabe que podría ir a la comisión que examine el proyecto para defenderlo. Un eventual rechazo de la ley, lo facultaría, quizá con mayor legitimidad ante la opinión, a incluir algunos temas económicos en la consulta popular, inicialmente pensada para zanjar temas de carácter político. Pero no hay cómo descartar que, ante un eventual bloqueo del mecanismo con que cuenta para mover al país, el presidente pudiera pasar directamente a la muerte cruzada. No le sería complicado argüir, ante la Corte Constitucional, que la Asamblea obstruye la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo; una de las causas previstas en el artículo 148 de la Constitución.

La Ley Creando Oportunidades, la consulta popular o la muerte cruzada no garantizan, en cada caso, que el presidente salga victorioso. Pero él está jugado y ese es el camino que piensa seguir. Un riesgo inevitable para el país, inmovilizado ante la irracionalidad y la descomposición institucional que padece.