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Noboa y otros trabajan para Correa

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"Así empalman algunas decisiones tomadas en el TCE, de las cuales no se hará cargo su presidente. Dirá que estaba en vacaciones".

¿Cuántos intentos hay para sabotear las elecciones o para tratar de anularlas? Uno, en el Tribunal Contencioso Electoral. Allí hay una prueba irrefutable de que las cosas no se están haciendo bien: su presidente, Arturo Cabrera, tomó vacaciones precisamente este mes. ¿No sería inaudito que el presidente de la FIFA se fuera de vacaciones en pleno mundial? Nadie ha protestado porque el responsable del máximo organismo de justicia electoral pidió vacaciones el 12 de diciembre y esté ausente desde el 4 hasta el 29 de enero.

Arturo Cabrera puede decir que no estuvo cuando uno de los jueces del TCE emitió una sentencia que mete al proceso electoral en un lío inextricable. Ángel Torres destituyó, en efecto, el 6 de enero, a cuatro de los cinco consejeros del CNE al considerar que cometieron desacato por, en los hechos, no haber inscrito a Álvaro Noboa como candidato a la presidencia. No importa si el 26 de diciembre, cuando todavía él estaba ahí, el juez Joaquín Viteri consideró que no había desacato y pidió al CNE que diga en qué circunscripciones Justicia Social tenía que completar las inscripciones, que no incluían la de Álvaro Noboa. Además, el secretario del TCE envió, el 27 de diciembre, un certificado al CNE en el cual se lee que no había recursos pendientes. En claro, el caso Noboa ya había sido ventilado y las papeletas podían ir al IGM para su impresión. Esa sentencia, de ser ratificada por el pleno, descabezará el CNE horas antes de la primera vuelta…

Otro intento corre por cuenta de la jueza Patricia Guaicha. El 15 de enero ordenó abrir un nuevo proceso de inscripciones de parlamentarios andinos, también de Justicia Social, el partido de Álvaro Noboa. Ella sabía que los tiempos no daban para cumplir esa sentencia, imprimir papeletas y hacer los kits electorales. ¿Por qué falló en ese sentido?

Álvaro Noboa, otra vez él, también hace parte de esos grupos políticos que están llamando a votar nulo. Lo hacen con dos expectativas que pueden ser vistas como otro intento de saboteo al proceso electoral. Una, desprestigiar las elecciones; dos, tratar de que los votos nulos superen la suma de votos válidos de los otros candidatos. Anular así las elecciones y colarse en un nuevo proceso electoral manejado por un nuevo CNE. Así empalman algunas decisiones tomadas en el TCE, de las cuales no se hará cargo su presidente. Dirá que estaba en vacaciones.

Álvaro Noboa y otros actores políticos de menor calado, incluidos aquellos favorables al voto nulo, juegan en la campaña como si el país hubiese superado el dilema presente desde hace 14 años: salir del correísmo. No es el caso. La fragmentación que producen y los intentos de sabotear las elecciones o abultar los votos nulos no son factores que trabajan en favor de un supuesto remozamiento institucional. Ese es el relato que tratan de anclar, presentándose como actores que están en los márgenes del sistema o representan su alternativa. En este punto, Noboa puede ser equiparado con Carlos Sagnay, Isidro Romero, Giovanny Andrade, César Montúfar, Guillermo Celi, Gerson Almeida, Paul Carrasco… Y, entre los que militan por el voto nulo, con Fernando Balda y Fabricio Correa.

No solo son protagonistas de la dispersión: contribuyen a disminuir el volumen de votos requeridos para ir a la segunda vuelta. Es una movida que favorece al correísmo porque acerca a su candidato, Andrés Arauz, al techo del voto duro que mantiene Rafael Correa. En su narrativa, pueden decirse antisistema o anticorreístas: en la realidad dividen el campo de aquellos que desde hace 14 años bregan por salir del correísmo.