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Tocamos fondo

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Dejemos de creer que el Estado, los gobiernos o los ‘candidotes’ tienen alguna respuesta.

El país está de luto por el país. Lo de Fernando Villavicencio es una tragedia que define a la patria, que la rompe. Nos hace pensar y repensar en cómo llegamos a esto. Y más que quedarnos sin respuestas, nos paraliza saber que carecemos de soluciones.

El asesinato de Villavicencio es la suma de todas las cosas. Es la radiografía de un Estado que hace rato está fallido. De una Policía torpe, inexperta y sobrepasada en sus pocas capacidades. De políticos que solo se miran al espejo y elogian su tonta vanidad. Del fracaso de cualquier política de prevención. De la falta de un Plan Nacional de Seguridad. De la falta de inteligencia. De la carencia de ciudadanos reflexivos que votan por colores. Pero, sobre todo, es la gota de dolor que derrama el vaso de quienes no podemos escapar a vivir en el único país que tenemos. Que maten al comandante de la Policía en Samborondón, que maten a Agustín, el alcalde de Manta y que ahora asesinen a un candidato a la presidencia de la República, no puede ser otra cosa que un mensaje de terror: nadie está a salvo.

La cooptación del Estado es una realidad. El crimen organizado lo ha permeado todo. Y lo que no se ha contaminado, no tiene otra opción que la muerte. ¿No les aterra pensar que el próximo presidente del país sea un aliado del narcotráfico? ¿Acaso hay cómo confiar en que los dineros sucios del crimen organizado no llegaron a todas las tiendas políticas? ¿Cuáles son los favores o las prebendas que tendrán que entregar? ¿O tendremos que seguir viendo el desfile de cadáveres de personajes políticos?

Todos estos últimos asesinatos reafirman el vínculo entre la corrupción y el crimen organizado; más aún, ese nexo -que hoy parece indisoluble- entre la escoria y los políticos.

Esto es un asunto de todos, de los ciudadanos para los ciudadanos. Dejemos de creer que el Estado, los gobiernos o los ‘candidotes’ tienen alguna respuesta. Aquí solo veremos la paz si todos construimos un camino hacia ella. Y eso empieza por concentrarnos, todos, desde nuestro campo, en sumar aliento y voluntad para eso. ¿Estamos haciendo algo o somos meros espectadores?