Cartas de lectores | La erosión regresiva del río Coca no da tregua
La erosión del río Coca avanza sin control y amenaza al Coca Codo y al SOTE, mientras el Estado sigue sin una solución
Desde el colapso de la Cascada de San Rafael (CSR) en febrero de 2020, se inició un proceso de erosión regresiva en el río Coca de magnitudes inimaginables, amenazando seriamente la estructura de captación de la Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair y el Sistema de Oleoductos Transecuatoriano (SOTE).
Esta amenaza se ha intensificado en los últimos meses por las intensas lluvias, que han provocado grandes caudales de agua y sedimentos, reactivando la erosión regresiva y lateral del río. Como consecuencia, la central ha estado inoperativa 19 veces en lo que va del año, la última el 2 de julio, y se esperan nuevas paralizaciones ya que el periodo de lluvias continúa.
Por su parte, el SOTE detuvo operaciones en julio y desde 2020 ha sido intervenido más de diez veces por Petroecuador con variantes y ‘bypasses’ que han significado altos costos para el país, sin solución definitiva, mientras la erosión avanza sin control. Informes oficiales señalan que desde abril se observa un avance progresivo de la erosión y una profundización del cauce de entre uno y cuatro m, debido a las grandes descargas de julio, que alcanzaron entre 1.000 y 3.000 m³/s.
¿Qué se ha hecho en cinco años para minimizar los efectos? Muy poco. La erosión se encuentra a solo 3,8 km de la captación y el SOTE sigue alejándose de la margen. Resulta inaudito que pese al tiempo transcurrido no se haya planificado una variante definitiva fuera del tramo crítico, posiblemente menos costosa que los trabajos emergentes realizados, sin contar el lucro cesante por la paralización del bombeo.
Celec ha construido varias obras emergentes en el río Coca durante estos años, algunas colapsadas por la erosión. La más importante es el dique seco a 7,8 km de la captación, cuya construcción, iniciada recién en noviembre de 2024 tras largos procesos precontractuales, ya ha sido superada por la erosión. Aunque aún podría tener efectos positivos, el impacto habría sido mayor si se construía a tiempo.
Este fenómeno de erosión regresiva y lateral, inédito en su magnitud, no logró generar una movilización nacional efectiva. Sorprendentemente, ha existido falta total de socialización sobre las medidas adoptadas para enfrentar este desastre natural que amenaza infraestructura clave para la economía nacional. Es urgente que el Gobierno actual asuma el control por encima de las instituciones responsables, que hasta ahora parecen manejar el problema por ensayo y error.
Jacinto Rivero Solórzano