Vacunación masiva

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En nuestra región lo está haciendo Chile y en general lo han comprendido todos los países del primer mundo.

Los países del mundo han iniciado una carrera por la vida, por la inmunización del ser humano, en la que deberá triunfar la estrategia, la organización y la responsabilidad de sus gobernantes. Ganar esta batalla es vital. Se lucha para que se restablezca la salud, se consolide la reactivación y se acelere la recuperación del empleo; para que su gente pueda llevar el pan a la mesa. Los gobiernos saben que la campaña de vacunación masiva a sus ciudadanos contra el COVID-19 es esencialmente una medida de asistencia de salud, pero están conscientes de que la inmunización convertirá a su nación en un país sin riesgo y principalmente, sin miedo, logrando que la sociedad se convierta en productiva. Para lograr que el esfuerzo sea eficaz es indispensable que la sociedad tome consciencia y asuma su rol de autoprotección y de cumplimiento de las medidas de bioseguridad, solo así se podrá lograr el éxito del programa.

Calificada con una visión macro, una campaña de vacunación eficiente y rápida es la inversión más acertada que las naciones pueden efectuar para recuperar su nivel de desarrollo. La inmunización de su pueblo logrará la estabilización de la economía, convirtiéndola en productiva, reactivando el trabajo, normalizando los negocios y mejorando la capacidad de consumo. Israel es un ejemplo de ello. Ha implementado una campaña de vacunación que ha permitido en dos meses vacunar con la primera dosis al 78 % de su población, y como consecuencia ha empezado a levantar paulatinamente las restricciones, encaminándose a la normalidad tras un año de encierro y angustia. En nuestra región lo está haciendo Chile y en general lo han comprendido todos los países del primer mundo.

En nuestro país, el Gobierno tiene que entender que completar la vacunación masiva debe convertirse en la inversión prioritaria del Estado, sobre cualquier otro programa. La inmunización de la población marcará el rumbo de la reactivación económica. De el éxito o fracaso de esta inmensa responsabilidad dependerá el tiempo en que el país permanezca en un limbo de salud y producción o empiece a avanzar hacia el futuro, con un desarrollo en ascenso que mejore nuestras condiciones de vida.