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¿A la sombra de un legado?

Avatar del Joaquín Hernández

"La gente no está interesada más en los debates ideológicos per se"

Diario El País de Madrid, titulaba el viernes pasado una de sus noticias principales: La sombra de Rafael Correa marca la elección en el Ecuador”, con una nota explicativa: “La segunda vuelta entre Arauz y Lasso es también un referente sobre el legado político del expresidente”.

Humorista, Jaime Durán comentaba en su editorial del diario Perfil del domingo 4 de abril, “Las elecciones en Ecuador y el socialismo del siglo XXI: Hoy cada año que pasa equivale a diez del siglo pasado”. Quienes vivimos esa etapa de la historia (se refiere a la etapa de la Guerra Fría, a su polarización ideológica, a los mesianismos que alentó y que cayeron estrepitosamente, nota mía), tuvimos experiencias que es difícil aceptar que desaparecieron. Para nosotros PC era partido comunista, para todo joven es personal computer”.

El mundo ha cambiado, incluso el nuestro, tan lejano a la actualidad mundial. No ha sido a consecuencia de una toma general de conciencia que se habría instalado en las generaciones jóvenes producto de algún líder necesariamente mesiánico sino de una transformación gigantesca en nuestros modos de vida y en nuestra relación con los otros en el espacio que nos toca vivir. Ya Antonioni, en los años sesenta del siglo pasado mostraba, desde La Aventura, La noche, El eclipse, para concluir en El desierto rojo, que el nuevo paisaje urbano, marcado por la prisa, la arquitectura de los edificios de empresas y de casas, el anonimato que exige vivir en las grandes ciudades donde nadie conoce a nadie ni le interesa demasiado, excepto para los fines acordes por esa forma de vida, diseñaba los encuentros entre personas y marcaba hasta sus miradas.

La gente no está interesada más en los debates ideológicos per se. Utiliza eso sí, el santoral de la izquierda del siglo pasado para expresar sus malestares, pero sin los consuelos y heroísmos de los marxistas latinoamericanos del siglo pasado. Los electores están siendo transformados por la tercera revolución digital, pero hay que saber que, al revés del pasado, son cada vez más ubicuos e impredecibles, más nómadas que herederos.