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¿Qué pasa en Colombia?

Avatar del Joaquín Hernández

"Uno de los principales errores estratégicos para explicar lo que sucede en sociedades que experimentan transformaciones radicales como las nuestras, es comprar, como única hipótesis explicativa, la teoría de la conspiración..."

“Colombia bajo asedio” fue el título de uno de los programas del espacio Conclusiones” de Fernando del Rincón en CNN-E la semana pasada. La pregunta del programa era, si tras las violentas protestas en las principales ciudades de Colombia, con su lamentable cuota de muertos, heridos y destrucciones materiales, los paros y los síntomas de desabastecimiento de la población, había solo indignación popular por la propuesta de una reforma tributaria, considerada un castigo para las agobiadas clases de escasos y medianos recursos o, si existía además, la participación de elementos exógenos a la crisis, en un claro proyecto desestabilizador.

Uno de los principales errores estratégicos para explicar lo que sucede en sociedades que experimentan transformaciones radicales como las nuestras, es comprar, como única hipótesis explicativa, la teoría de la conspiración: el enemigo externo es el único o el decisivo causante de la crisis. Lo que implica tres errores de principio: uno, caer en el maniqueísmo de dividir el mundo en buenos y malos. Todo maniqueísmo se sostiene en una fe que niega a la razón. En estrategia política lo que importa es la razón. Dos, se baña de blanco los errores y las fallas del sector que se defiende. Para la razón u objetividad política, no se trata de volverse espectador de una película blanco/negro. Finalmente, toda teoría de la conspiración está condenada a ser mortal. Usarla siempre supone un auditorio inmutable al tiempo.

Solo a partir de aquí se puede hacer un balance de lo que sucede en el vecino país con el que Ecuador mantiene una de las fronteras más inestables y conflictivas que, como se ha visto en años anteriores, afecta nuestra estabilidad. La Colombia de hoy no es siquiera la de hace diez años. ¿Quién será, o ya es, por cierto el nuevo embajador del Ecuador en Bogotá?

La soledad del gobierno de Duque en la región es llamativa. En parte porque sus coidearios se cuentan con los dedos de la mano y están en graves problemas. En parte porque sus embajadores no han podido enfrentar la guerra de comunicación desatada. Ni identificar a los verdaderos conspiradores en acto que sí existen y están activos.