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Necesidad de la OEA

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Que no haya habido ese funeral anticipado, que otros hayan sido los temas comunes de preocupación, es otra cosa. Afortunadamente

Un mal pensamiento ronda el significado geopolítico a nivel regional de la Cumbre de la Celac que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador presidió la semana pasada: ser una especie de funeral preparatorio de la OEA en nombre de este organismo de inspiración de Lula, Hugo Chávez, y demás aliados molestos con el papel de la institución por su defensa de la democracia y de los derechos humanos, tan pisoteados por los gobiernos del socialismo del siglo XXI. Como recordó en uno de sus editoriales, diario El Mercurio de Chile, las declaraciones del canciller Marcelo Ebrard fueron contundentes y no dejan lugar a dudas: “Adiós a la OEA en su sentido intervencionista, injerencista y hegemonista y que venga otra organización”. Resumía así las invectivas con las que durante décadas se ha atacado a dicha organización: “ministerio de colonias”, como se la tildó en los ya lejanos días del triunfo de la Revolución cubana, para condenarla como organización al servicio de los EE. UU.

La puesta en escena de la Cumbre fue preparada con todo detalle para hacer sentir los límites de los EE. UU. en la región. Salvo la asistencia y palabras de los presidentes de Ecuador, Paraguay y Uruguay, pareció un concierto de dictadores reunidos como en los mejores días de la primera década del socialismo del siglo XXI. Con una diferencia: ni Venezuela ni Nicaragua mostraban entonces toda la represión de que eran capaces y Cuba estaba artificialmente en calma , soportada por las cuantiosas remesas de petróleo enviadas gratuitamente por el comandante Chávez.

Quien ha develado ejemplarmente las intenciones de la Cumbre de la Celac ha sido la vicepresidente y ministra de relaciones exteriores de Colombia: “América Latina no debe permitir que en nuestra región se normalice el ejercicio indefinido del poder acallando a la oposición y a la prensa libre y muchas veces tomando el control de la justicia, como si mantenerse en el poder fuera un derecho de quienes llegaron a él”.

Que no haya habido ese funeral anticipado, que otros hayan sido los temas comunes de preocupación, es otra cosa. Afortunadamente.