Columnas

Lecciones para época de pandemia

Ciertamente, el cine de las últimas décadas ha sido espléndido en ofrecer catástrofes.

Lo primero que hemos perdido en estas semanas, pocos meses, desde que arrancó el virus del Covid-19 en una ciudad de China, casi desconocida para todos a nivel mundial, fue la tranquilidad. Y la tranquilidad parecía ser, hasta ese entonces, una de las conquistas de los ciudadanos del siglo XXI gracias a la Inteligencia Artificial, las plataformas informativas. 

En uno de sus libros, el pensador israelita Harari denunciaba, como de un posible peligro por la invasión a la intimidad que supone, que así como hoy un programa nos puede indicar los destinos turísticos que deberíamos visitar, hoteles, líneas áreas y lugares de comida y de visita, la Inteligencia Artificial podrá decirnos en corto tiempo, quién sería la persona adecuada para formar pareja y evitarnos los problemas de los desencuentros amorosos.

 

El virus del Covid-19 ha sepultado todas estas seguridades. Comenzó en China pero está asolando Italia y España, cuyas ciudades se ven despobladas como en la época de la “peste negra” de la Edad Media y llegando a todas partes del mundo. 

Generaciones de jóvenes y de no tan jóvenes acostumbrados a tener el destino claramente dibujado en la palma de la mano experimentan ahora la incertidumbre y la angustia que vivieron en siglos anteriores nuestros antepasados. Y los daños avanzan en todos los sectores: aerolíneas, destinos turísticos, negocios, trabajos, vida nocturna, diversión. Hasta Disney ha comenzado a cerrar sus parques temáticos. 

Ciertamente, el cine de las últimas décadas ha sido espléndido en ofrecer catástrofes. Lo diferente es que en estas películas siempre hay alguien, o algo, que termina deteniendo la destrucción. En el momento actual eso no existe.

Por eso, la lección para esta época incomprensible (¿cómo es posible que exista tanta vulnerabilidad para la especie humana?) es la recuperación de lo que Séneca llamaba la tranquilidad del espíritu. Nuestra especie no es de semidioses, solo preocupados por correr a toda máquina hacia el futuro. Hoy más que nunca, la verdadera inteligencia es la serenidad, acompañada de la solidaridad.