Columnas

Calasso y el misterio

"Hasta la palabra escritor es mezquina para hablar de Calasso atribuyendo a su multiforme actividad un significado específico"

Debo a Leonardo Valencia, gracias a una corta pero intensa conversación, el descubrimiento de Roberto Calasso. Oírle leer textos de El cazador celeste, me hizo estar de repente ante la presencia de un escritor que ha saltado las fronteras de los compartimentos estancos del arte y del pensamiento, de las modas y corrientes literarias, fascinado por los significados que los hombres han creado para nombrar su experiencia en la tierra. Hasta la palabra escritor es mezquina para hablar de Calasso atribuyendo a su multiforme actividad un significado específico.

Calasso pertenece, como ya lo ha señalado Leonardo en homenaje póstumo, a esa sociedad anónima de escritores italianos como Claudio Magris, Carlo Ginzburg, Giorgio Agamben, Italo Calvino, Giorgio Colli, que han saltado las fosas de su especialidad y de sus jergas inevitables, necesarias para crear discípulos pero ineptas para intuir el misterio de la vida.

Calasso es por supuesto conocedor de todas las trampas del pensamiento y de la historia. Nada tan iluminador para descubrirlas y entender su astucia, como leer, admirado, el prólogo que escribió a ‘Ecce Homo’ de Nietzsche para la edición de Adelphi, el editorial del que fue responsable hasta su muerte. En esa obra, de difícil recuperación por las pérdidas y desvíos de los manuscritos, Calasso presenta al pensador alemán como comediante cuando éste, precisamente pretende decir quién es. “Ecce homo o llega a ser lo que eres”. Y a su vez de mostrar que Heidegger, quien tuvo la potencia, en los años cuarenta, de recuperar pero también de reducir al hasta ahora inclasificable autor de Aurora, a formar parte de la procesión en que consiste la historia de la metafísica. Ironía suprema contra el irónico ‘per se’ que pregunta: “¿eres auténtico?, ¿o solo un comediante?... A la postre eres simplemente la imitación de un comediante”.

Como editor responsable de Adelphi, el editorial que aparece en la Italia de los ochenta, dominada por Einaudi pero sobre todo por Gallimard, Calasso se ocupó de innumerables autores. Dicho número no se vuelve erudición. Es el acceso al misterio.