Columnas

El botón de Putin

Hay un descontento agresivo en contra del modelo liberal de gobierno que se volvió global al comienzo de los años 90 del siglo pasado cuando cayó el Muro de Berlín, se disolvió la URSS y comenzó un nuevo orden mundial’.

La semana que transcurrió en el país fue en extremo tensa, dolorosa y desmoralizante. Las muertes violentas se están volviendo compañeras obligadas del día. Y de un extremo de alta sensibilización se cae también en la acomodación a lo que pasa continuamente. Más la rutina que exige atención y energía.

En el escenario mundial las cosas no andan bien para las democracias liberales por el aumento de las autocracias en todos los países. Hay un descontento agresivo en contra del modelo liberal de gobierno que se volvió global al comienzo de los años 90 del siglo pasado cuando cayó el Muro de Berlín, se disolvió la URSS y comenzó un nuevo orden mundial. En los últimos diez años del siglo esta tendencia se ha revertido. Existe una bibliografía al respecto. Desde el clásico Cómo mueren las democracias, de Levistky y Ziblatt, que da sobre todo cuenta del fenómeno Trump; a la Revancha de los poderosos, de Moisés Naim; pasando por La batalla cultural, de Agustín Laje y concluyendo, por el momento, con El liberalismo y sus desencantados, de Francis Fukuyama, de reciente aparición.

Un modelo de autócrata es Vladimir Putin. La invasión rusa a Ucrania y la destrucción que ha causado es típico de los delirios de los autócratas: basados en lecturas antojadizas, muchas veces delirantes, de la historia; solo piensan en extender su poder e imponer su voluntad. Ucrania era, desde su visión, un país ficticio, esencialmente ruso, dominado por unos neonazis que impedían al pueblo cumplir su voluntad de formar parte de la Gran Rusia.

Las cosas no le han ido bien a Putin. Los ucranios, con alto sacrificio han detenido la invasión. Unieron su coraje con el poderío militar y tecnológico de Occidente, léase EE. UU., cuyo gobierno ha vuelto a reeditar la política activa en defensa de las democracias del presidente Roosevelt en la II Guerra Mundial. Y Rusia ha mostrado las debilidades sistémicas de su ejército, su falta de estrategia y la falta de convicción de muchos de sus mandos altos y medios en la guerra contra Ucrania. Los ucranios han vuelto a recuperar más de 8.000 km perdidos en los primeros meses, destruido hombres y material bélico ruso y obligado al autócrata a jugar su última carta: el botón nuclear.