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Joaquín Hernández | Una mujer para tiempos de oscuridad

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El discurso de aceptación del Nobel de María Corina es una obra maestra de testimonio personal

“Cuando la gente se niega a renunciar a la democracia, se niega también a renunciar a la paz. Quien entiende profundamente esta verdad es María Corina Machado”, señaló en la entrega del Premio Nobel de la Paz, Jorgen Watne Frydnes, director del Comité noruego del Premio Nobel de la Paz a la hija de la ganadora, Ana Corina Sosa Machado. Fue el reconocimiento a una mujer excepcional e infatigable que lleva casi tres décadas de lucha contra una dictadura todopoderosa que ha destruido Venezuela y asolado a toda Latinoamérica por la influencia del narcotráfico, violencia y corrupción.

Otra mujer excepcional, Hannah Arendt, escribió en el siglo pasado el libro Hombres en tiempo de oscuridad. Este y sus personajes históricos, parten de la convicción, según la pensadora de origen judío, de que “hasta en los tiempos más oscuros tenemos el derecho de esperar cierta iluminación y que esta iluminación puede llegarnos menos de teorías y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo débil que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y en sus obras”. Tiempos oscuros son tiempos de guerra, violencia en todos los niveles, exilio forzado (9 millones de venezolanos), destrucción de las instituciones fundamentales -empezando por la familia-, corrupción, incertidumbre, falta de fe en el porvenir.

El discurso de aceptación del Nobel de María Corina es una obra maestra de testimonio personal, autocrítica, vocación latinoamericana, análisis político de la crisis de nuestras democracias, emoción y evocación de la lucha contra la adversidad, lucidez ética. “Nuestros antepasados cargaron la libertad sobre sus hombros. Cruzaron un continente entero, desde las orillas del Orinoco hasta las alturas del Potosí, convencidos de que la libertad nunca está completa si no es compartida”. Nada del lenguaje rimbombante y populista de los caudillos del socialismo del siglo XXI. Nula apelación a generalizaciones virulentas ni llamamientos a enfrentar a unos ciudadanos contra otros en nombre de proyectos utópicos y destructivos. Opera como espejo de una realidad para advertirnos y como palabra que libera. Espejo: “Y entonces llegó la ruina: una corrupción obscena, un saqueo histórico… nos lo arrebataron todo”. Palabra liberadora: “Solo es posible alcanzar la libertad cuando decidimos no vivir de espaldas a nosotros mismos; cuando afrontamos la verdad por dura que sea; cuando el amor a lo que realmente importa nos inspira el coraje necesario para perseverar y prevalecer”.