Joaquín Hernández | Sobre Kast: precisiones indispensables
Kast no ha hecho sino coincidir con las demandas de la mayoría de los chilenos: seguridad, empleo, salud, etc...
El triunfo rotundo de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales chilenas el pasado 14 de diciembre de este año ha sido presentado por algunos periodistas y medios de prensa con notables imprecisiones. Se trata en realidad de ataques disfrazados de sentido común. Al ganador se lo etiqueta como de ultraderecha. Esta denominación no es inocente; se trata de denostar a su figura, señalándola como irracional. Que se sepa, la ultraderecha se identifica con el nacionalismo extremo que proclama la superioridad de una raza; la oposición a cambios sociales y el autoritarismo como forma de gobierno. Esta denominación es una caricatura: en su discurso, Kast no ha hecho sino coincidir con las demandas de la mayoría de los chilenos: seguridad, empleo, control de la migración ilegal, salud. No ha hablado de eliminar a los demás poderes del Estado ni de sustituir el juego de pesos y contrapesos propio de la gobernabilidad democrática. Su discurso de celebración por la victoria fue un llamado a la unión y al consenso de sus compatriotas. Nunca se ha oído hablar a los mismos medios de ultraizquierda a propósito de Nicolás Maduro, los hermanos Castro, Díaz Canel o Daniel Ortega. Ellos sí son violentamente excluyentes, destructores de instituciones democráticas, partidarios de la violencia como ejercicio del poder. Llamar a Kast ultraderechista en los titulares de las noticias es utilizar sin comprometerse, las mismas armas de sus opositores ideológicos.
Otra forma de negar su victoria por razones políticas es utilizar la imagen del péndulo para explicar su triunfo. Nada en apariencia más objetivo: una vez gana una corriente ideológica, la siguiente gana su opuesta. Esta imagen niega la esencia de la política. Los candidatos llegarían al poder simplemente porque les toca el turno. Se evita así, en este caso, explicar el fracaso del proyecto mesiánico octubrista chileno que pretendió refundar al Estado, y la contradictoria y errática conducción del gobierno del presidente Boric. Kast no ganó con el mayor número de votos de todos los presidentes chilenos porque simplemente le tocaba y ni siquiera porque la izquierda estaba desgastada, sino porque entendió los malestares de los ciudadanos y les dio forma. Por ello declaró al país en emergencia nacional y suspendió todos los demás frentes de la batalla cultural que había planteado anteriormente. ¿Imprecisiones o ejercicios de mala fe?