Joaquín Hernández | ¿Reconfigurando el Medio Oriente?

“Después de las bombas, debe venir un plan para restablecer la región”
¿Existen claves que permitan entender lo que está sucediendo en Medio Oriente, más allá de los bombardeos realizados con la última tecnología, las explosivas declaraciones contradictorias entre los actores del conflicto y las imágenes de destrucción y de dolor de las ciudades afectadas por la guerra? Cuando hablan las armas, callan las razones, retomando el adagio de Cicerón. Gilles Paris, analista del periódico francés Le Monde, recordaba, tras el electrizante ataque aéreo estadounidense sobre Irán, la intervención del primer ministro israelita Benjamín Netanyahu, en la Asamblea General de Naciones Unidas el 22 de septiembre de 2023, en la que había mostrado un mapa de la región con el título de “El Nuevo Oriente Medio”. Una especie de nuevo orden mundial regional salido de las conmociones de los enfrentamientos en curso y del caos que estos originan.
Desde esta exposición, los objetivos estratégicos de Israel no estarían limitados a destruir los grupos terroristas financiados por Irán y asentados n sus fronteras y en Gaza, Líbano, Siria, o más allá, como Irak y Yemen; ni siquiera a la eliminación del proyecto de armamento nuclear de Irán, sino a instaurar una ‘Pax Hebraica’ en la región, signada por el comercio, la inversión y las buenas relaciones entre todos sus actores. Una especie de reconfiguración geopolítica que implicaría, ya sin la amenaza del régimen teocrático de Irán, la normalización con Arabia Saudita, la otra potencia media, y con los países suscriptores de los Acuerdos de Abraham (Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán, Marruecos) además de Egipto y Jordania, con quienes existen desde décadas anteriores tratados de paz. ¿Cómo encaja esta visión con el cese al fuego decretado por Washington? No se trata solo de la precariedad de este último. No es suficiente. Como señalaba The Economist, “después de las bombas, debe venir un plan para restablecer la región”. Y ello implica algo así como la modernización cultural de Irán, o negativamente, la defenestración del régimen teocrático. Resulta muy difícil pensar en un futuro de estabilidad con un gobierno que financia grupos terroristas que no solo azotan Medio Oriente, sino incluso América del Sur, como el atentado a la AMIA en Buenos Aires en 1994. Con la asociación actual de narcotráfico y grupos armados irregulares dedicados al crimen organizado en la región, no es aventurado suponer en ellos la presencia de grupos terroristas financiados por Irán. La reconfiguración supone grandes desafíos.