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Joaquín Hernández | Balance de Petro

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Las contradicciones, escándalos, cambios de narrativa y maquillaje de cifras le han quitado credibilidad

El gobierno de Gustavo Petro ha cumplido tres años y se apresta a gobernar el último. El balance es negativo. Su programa estrella, La paz total, que se supone iba a poner fin a las guerras que Colombia ha vivido por décadas, no ha logrado su objetivo: la violencia en el país ha aumentado y el Estado parece incapaz de afrontarla. La paz total suponía llegar a un acuerdo con el ELN, grupos disidentes de las FARC, el Clan del Golfo y otras organizaciones en armas. 

Con el ELN las conversaciones de paz están suspendidas en Caracas más de un año y en enero de 2025 el grupo armado desencadenó en Catatumbo una ofensiva armada contra el Frente 33 de disidencias de las FARC, dejando un centenar de muertos, 60.000 desplazados. Por su parte, las disidencias de las FARC, como la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central, continúan operando con violencia en el negocio del narcotráfico. 

Según Human Rights Watch, en informe de diario El Mercurio de Chile, “los grupos armados controlan más de la mitad del territorio colombiano”. Como no podía ser de otra manera, hay un aumento en la producción de drogas, que la ONU indica habría subido 53 % entre 2023 y 2024. Dos hechos más han mostrado en este año el aumento de la violencia en Colombia y la incapacidad de Petro para manejarla: el intento de asesinato del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay y la presencia y agresión contra civiles y fuerzas militares de Ecuador de la disidencia del Frente Oliver Sinisterra. Finalmente, los cultivos de droga son los más altos de la reciente historia, superando las más de 253.000 toneladas. Pero el fracaso de Petro no es solo en la violencia armada. En salud hay una crisis humanitaria: escasez de medicamentos y falta de atención a miles de pacientes. 

Como señalaba Germán Córdova en Semana, de Colombia, el sistema de salud durante el gobierno de Petro, tras haber logrado grandes avances, pasó a estar quebrado. El crecimiento industrial ha sido nulo. 55 obras de infraestructura se suspendieron por falta de pago. Tampoco está bien la inversión privada y la confianza empresarial. Pero el problema reside también en Petro. Las contradicciones, escándalos, cambios de narrativa y maquillaje de cifras están a la orden del día y le han quitado credibilidad. El único punto pendiente es la reelección presidencial. En su último año debe, de acuerdo a la sólida tradición institucional colombiana, terminar su mandato y entregar el poder. Pese a su fantasiosa imaginación, no hay nada que justifique su presencia un día más.