Ortega y la universidad II

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Más aún, el oxígeno intelectual de la universidad es la investigación pero no se puede confundir a la una con la otra.

Es común afirmar que las funciones básicas de la universidad son la docencia, la investigación y la extensión universitaria o vinculación con la comunidad, como se la llama actualmente. Lo novedoso, lo “disruptivo” como se dice hoy día, del texto de Ortega, es que la investigación no consta entre las funciones de la universidad. 

Para el pensador español lo que la universidad debe hacer es docencia y formación, lo que en sus términos quiere decir, poner al hombre medio en la cultura que le corresponde a la altura del tiempo que le ha tocado vivir. Hacer del hombre medio culto, ya dijimos qué entendía Ortega por cultura, que le ayude a tomar las decisiones que le permitan ser hombre y ciudadano. 

Ortega era consciente de la tempestad que provocaba con la exclusión de la investigación de las funciones básicas de la universidad. Y lo hacía no porque la tuviese a menos sino porque la complejidad de esta tarea, su autonomía, estaba fuera de la universidad que debería regirse por la “economía del conocimiento”. Es decir, no se puede enseñar todo lo que se supone debe enseñarse a las personas, sino que inevitablemente hay que dosificarlo en el tiempo. Formar buenos profesionales cultos es lo más a lo que la universidad puede aspirar dados los límites de las personas, pero también tomando en cuenta el equilibrio social. 

La docencia por supuesto, para Ortega, se nutre de la investigación. Pero no para trabajar con los alumnos como un grupo de científicos sino de profesionales que van a resolver problemas concretos. Más aún, el oxígeno intelectual de la universidad es la investigación pero no se puede confundir a la una con la otra. 

En el texto de Ortega no se habla de algo así como la universidad, “conciencia de la sociedad”. A lo más, es el lugar donde se reúnen o se atesoran los conocimientos para sus funciones prácticas profesionales y se los organiza críticamente. Ortega se apartaba así de la elitista universidad humboldtiana alemana en la que se formó, y afrontaba el fenómeno contemporáneo de la masificación de la universidad.