Premium

Joaquín Hernández Alvarado | Petro, ¿2026?

Avatar del Joaquín Hernández

En otras palabras, su agenda política del día respondía al momento político colombiano y no al ecuatoriano

Analizaba, en un reciente programa de Carlos Vera, “Petro en Quito: ¿ofensa o desvarío?”, que la contradictoria y desacertada conducta del presidente colombiano en Quito, durante la toma de posesión del presidente Daniel Noboa, se debió más al deterioro político de su gobierno y a la necesidad de retomar su liderazgo poniéndose en escena, que a comportamientos expresos de irrespeto o a un episodio de pérdida de conciencia. En otras palabras, su agenda política del día respondía al momento político colombiano y no al ecuatoriano. Que fue formulada eso sí en el estilo laberíntico y caótico que acostumbra, y que no excusa sus aseveraciones falaces ni su conducta no propia de jefe de estado. Petro se encuentra en la etapa terminal de su gobierno y ya comienzan los movimientos de las diferentes tendencias para presentar sucesores.

Colombia está a menos de un año de las elecciones presidenciales de primera vuelta y a nueve meses de los comicios para elegir senadores y representantes para el Congreso de la República. El saldo del cambio ofrecido es deficitario: de las tres grandes reformas que prometió solo una, la pensional, fue aprobada. La de salud no ganó el voto del Senado y la laboral se debate en un intrincado juego político. La aprobación del presidente es del 30 %. Su imagen se ha deteriorado por múltiples escándalos y contradicciones.

Hace pocos meses, Alejandro Gaviria, exministro de Petro en los primeros meses de gobierno, señalaba sus falencias: liderazgo caótico que conduce a la inacción; un gobierno a la deriva que reconoce su fracaso en varias áreas; búsqueda permanente de culpables y ausencia de métodos objetivos de seguimiento y de evaluación; división del gobierno en facciones y grupos en pugna; desvergüenza y exhibicionismo, banalización del consejo de ministros y de la función del gobierno. “Desvergüenza en una palabra”, resume Gaviria.

Existe, sin embargo, en las falencias señaladas por Gaviria, cada una de las cuales podría ejemplificarse con nombres y hechos, una intención política: mantener el poder creando el caos, como señalaba Pacho Santos en un artículo de Semana. Por ello no son de extrañar las contradicciones y los comentarios ofensivos hechos en Quito: estaban destinados a Colombia, que en la siguiente semana afrontaría dos días de paros incitados desde el gobierno para conseguir que el Senado apruebe una consulta popular sobre el proyecto de salud. Una semana después, las calles han confirmado el fracaso del paro.