Columnas

La revolución que avecina

Es quizá esta una oportunidad que nunca antes ha tenido nuestra sociedad, llena de jóvenes que la necesitan; subirse al tren está en nuestras manos

El gobierno de Biden ha dado el paso correcto hace un par de días anunciando que se abstendrá de regular los mercados de blockchain y cripto. Ha dicho específicamente que el liderazgo global de Estados Unidos es tecnológico y que son blockchain y cripto las tecnologías que garantizarán su consolidación futura.

Blockchain transforma internet porque le brinda una infraestructura de registros seguros: lo que hacemos los internautas, nuestras transacciones, nuestros activos, los pagos, todo puede quedar registrado de forma creíble y segura en un blockchain, permitiendo surgir a una nueva economía antes impensable. Cripto por su lado, cuando separamos la señal del ruido, no es más que el uso de blockchain para gestionar valor. Habrá criptos que nos gusten y otros que no, pero la tecnología es indudablemente útil para gestionar valor. Solo en cripto se mueven hoy 3 trillones de dólares, treinta veces la economía ecuatoriana.

Se conoce a estas tecnologías como habilitantes de la nueva revolución industrial, aquella que permitirá la digitalización y virtualización de la economía global. Las revoluciones industriales producen un cambio en la estructura de las economías, y con ello en la sociedad. De la economía primaria del campo y la agricultura pasamos a la revolución industrial, y de ese sector secundario llegamos a la economía de los servicios. Ahora vivimos la era del conocimiento y con ello de la virtualización de los activos. Cada revolución tiene sus tiempos y desafíos; las distintas economías nacionales o regionales han logrado disímiles resultados en ellas.

Distinto a lo que pasó con las anteriores, ahora hasta Ecuador parece decidido a jugar un rol en esta nueva revolución industrial. Varias partes del Proyecto de Ley Urgente en la Asamblea lo demuestran.

La ministra Maino ha demostrado que el Gobierno entiende la importancia del comercio digital. Cuando el BCE decida expedir su normativa sobre cripto, veremos si las golondrinas hacen verano y si podremos subirnos a la revolución industrial que avecina más pronto que nuestros competidores.