Premium

Microrrealidades

Avatar del Jaime Rumbea

Pues llegará un gobierno en el que algún proyecto común supere justificadamente la cacofonía de las microrrealidades

Infinitas microrrealidades individuales tratando de convivir y de encontrar algún motivo de cohesión que viabilice proyectos comunes. Esa parece ser la nueva era pos-COVID.

Antes los vecinos de barrio tenían más similitudes y una mayor identidad común que hoy, porque solo algunos perdieron familiares, solo algunos perdieron su empleo y pertenecen a formaciones e industrias quebradas, solo algunos han podido mantener sus ingresos o mejorar sus perspectivas. Porque solo algunos siguen aprendiendo en un nuevo modelo de formación. Si antes sabíamos poco, hoy ignoramos todo sobre la realidad de la persona de al lado.

Cuando la supuesta igualdad de derechos y deberes sobre la que se erige la ciudadanía demuestra brutalmente sus limitaciones, las posibilidades de un proyecto común colapsan.

Aquello por supuesto se puede proyectar a todo nivel: del barrio a la ciudad, de la ciudad a la provincia, de la provincia al Estado, del Estado a la región o a la organización multilateral. Quizá la única identidad que parece haberse salvado es la familiar.

Fueron en realidad dos crisis las que se juntaron, pues ya vivíamos la implosión paulatina pero definitiva del modelo de gobierno occidental heredado de la Ilustración. Nuestros Estados, basados en comuniones nacionales pegadas con baba, puestos desde hace décadas bajo presión por la globalización, ven hoy exacerbadas debilidades en el mundo pos-COVID.

Pues resulta que las diferentes preferencias que nos caracterizaban antes, a unos con otros, aquellas analizadas brillantemente por Penn en su seminal obra Micro Tendencias, no eran tan marcadas como lo son hoy.

Pero podemos decir que los ecuatorianos estamos acostumbrados a esto con las narrativas multi, pluri, equi y algunas más contenidas en el-papel-aguanta-todo constitucional desde hace bastante ya.

No tienen otro desafío más importante el Gobierno y los políticos que confrontar esa realidad y trabajar en nuevos modelos de legitimación política. Pues llegará un gobierno en el que algún proyecto común supere justificadamente la cacofonía de las microrrealidades.