Columnas

Fraccionada

Puede importar para quien busca los votos desde afuera, pero desde adentro, da más o menos lo mismo.

En el Ejecutivo celebran -con razón en mi opinión- la renegociación de la deuda. Entre tanto, en el Legislativo unos cuantos se quieren tumbar al ministro que contra viento y marea la sacó adelante. También de paso se quieren cargar a la ministra que coordina la relación del Ejecutivo con ellos, pero por su gestión en el intento de golpe de Estado de octubre, más que por su trato directo, dicen. Acercándose las elecciones, en la Asamblea ya no saben qué hacer para mantener relevancia política.

La que fue durante casi una década la imprenta legislativa de Carondelet es hoy finalmente una verdadera representación de la patria. Allí donde las propuestas del Ejecutivo eran las únicas leyes que se tramitaban y aprobaban con más de 100 votos de 136, encontramos ahora de nuevo diversidad de opiniones y con ellas una representación de la sociedad ecuatoriana. Ninguna imagen grafica mejor a la Asamblea Nacional en mi mente que un atado de cangrejos, pues ninguna imagen grafica mejor a los ecuatorianos que un atado de cangrejos.

Todo el mundo jala para su lado. Ningún tema parece sustentar un acuerdo estable. Sin el elemento cohesionante que fue Correa mientras él y su grupo influían en el tablero político, ni siquiera las posiciones sustentadas en su rechazo se sostienen.

Hay, como en los atados, patas -o manos- gordas, pero eso poco importa para los cangrejos porque están atados. Puede importar para quien busca los votos desde afuera, pero desde adentro, da más o menos lo mismo. La credibilidad de la Asamblea en la opinión pública está, justamente porque no existen liderazgos algutinantes y orientadores, muy, muy abajo.

Recordemos que si las negociaciones son, como regla general, un diálogo de subjetividades, las negociaciones multipartes son por su parte, dicen la teoría y la práctica, exclusivamente basadas en percepciones. Si aquello aplica para la relación Ejecutivo-Legislativo, envuelta en el juego de roles de muchas otras partes interesadas en sus decisiones, aplica con más razón cuando el Legislativo está totalmente fraccionado y con baja credibilidad.