Premium

Caro

Avatar del Jaime Rumbea

En opinión política, como en la mayor parte de las cosas, el camino corto y fácil no es el que lleva al mejor destino.

Si existiera tal cosa como un libre mercado de columnas de opinión, entonces los pesimistas y los polémicos serían millonarios y los optimistas y ponderados vivirían en la miseria.

Todo el mundo lo sabe; la polémica vende. Los psicólogos afirman que la polarización, pero también las afirmaciones categóricas sin contexto que la alimentan atraen mucha más atención que el análisis detenido y sesudo. De relancina, descubrieron hace tiempo que nuestro cerebro humano heredó de la época de las cavernas una predisposición a prestar atención al riesgo. Es por ello que los periodistas de opinión más compartidos y más leídos y más escuchados son aquellos que, sin miedo de equivocarse y/o de hablar patrañas, toman el camino del conflicto sin beneficio de inventario. Mientras nadie lleve un registro de todas sus equivocaciones -y su costo-, como lo sugiere Tetlock, siguen acumulando fans y produciendo ruido en la opinión pública.

Ello hace tanto más difícil tratar desafíos complejos con optimismo, con detenimiento, con énfasis en la solución de los problemas más que en los adjetivos negativos que los decoran.

Me declaro presa de esa tensión que es casi instintiva. ¿Será que me temo que nadie me lea si escribo solo en nota positiva? ¿O que me manden a la sección de chismes? Pero en los chismes también priman la polémica y el epíteto porque ahí también, humanos somos.

Cuando le preguntan a Robert Caro, quizá el biografista político más importantes de nuestra época, si cree que hay motivos para ser optimistas sobre el futuro de la política, responde contundentemente que sí. Sus libros tienen cada uno en promedio mil páginas y visitan la vida de ciertos políticos desde su niñez, con cada matiz alegre, triste, positivo o negativo que vino a influenciar, posiblemente, sus ejecutorias políticas, también positivas o negativas.

Los claroscuros permiten entender mejor que la polémica no solo los matices: también permiten tomar perspectiva sobre eventos políticos: aquellos que no se explican por sí solos en una entrevista adversarial de tres minutos ni en un hilar infinito de adjetivos.

Caro bien dice que hay que entender el problema en su integridad para entender la solución.