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Agua bendita

Avatar del Jaime Rumbea

Si resolviéramos solo el problema de la corrupción asociado a las obras sanitarias ya con eso bastaría para que Ecuador se distinga.

Gran parte de la costa ecuatoriana nada. Hay víctimas y damnificados. El Gobierno se traslada, parece hacer sentir su liderazgo. Hasta sus detractores más ácidos aprovechan la oportunidad para lanzarle un guiño reconociendo su dinamismo en visitar afectados. Se ubican en el borde de la caballerosidad diciendo: al césar lo que es del césar, mientras siguen, cuando nadie mira, conspirando en esa incesante subasta del capital político.

El drama político nacional y sus consecuencias son distraídos por la inclemencia del tiempo más que, digamos, por la indudable habilidad del nuevo operador político del Gobierno.

Con una crisis más se nos hace difícil discernir entre principal o accesorio, importante o crucial. Nuestros ojos pasan del último secuestro, bomba, dime y direte de políticos descalificados al achique de nuestra inundada propiedad, evidencia adicional de cuánto penetra, aquí vía inversión en infraestructura sanitaria, la corrupción de lo público en lo privado.

La Organización de las Naciones Unidas volvió a alertar esta semana sobre la crisis del agua dulce que se avecina. Sobre la migración y las guerras que ya suceden en ciertos lares. Justo cuando acá nos inundamos. Pero a diferencia de California, donde las inundaciones de esta semana se deben al ciclo climático de un estado que viene sufriendo sequía durante lustros, nosotros no nos inundamos solo por los ciclos del clima: nos inundamos además porque realmente somos benditos con agua.

Así como es -en términos relativos- fácil para una economía subirse a la transformación tecnológica virtual (por oposición, digamos, a subirse a la primera revolución industrial, con la inversión en capital y tecnología necesaria por unidad productiva), capitalizar el abundante recurso hídrico es una de las pocas y accesibles oportunidades que puede distinguir al Ecuador.

¿Qué tiene nuestro país si no es agua, Galápagos y algo de verdadera e inexplotada biodiversidad, sobre todo en el Oriente? Nada que no tengan otros. Ojos al agua, que no solo nos distraiga de la cosa pública sino que se convierta en un objeto de ella.