Columnas

La paradoja de la tolerancia

"Hay momentos en que debemos ser intolerantes con la intolerancia y exigir nuestra libertad con responsabilidad"

Imagen P09 TOLERANCIA
"Tenemos que reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia".Adrián Peñaherrera

Karl Popper fue un filósofo liberal y una de las mentes más preclaras de lo que se conoce como la Escuela Austríaca de Economía. Fue invitado por el premio Nobel Friedrich Hayek a ser profesor del London School of Economics y a ser fundador y miembro de la flor y nata del pensamiento liberal: la Mont Pelerin Society. En su obra magna, La sociedad libre y sus enemigos, Popper hace una crítica muy ácida de la cultura a la que llama historicista, que define como totalitarista y que responde a dogmas inflexibles impuestos desde ciertas élites o arquitecturas sociales. Rechaza la intolerancia propia de los liderazgos mesiánicos y, como diría Mario Vargas Llosa, a ese inconsciente pánico a la responsabilidad que la libertad impone al individuo.

Estamos ‘ad portas’ de cumplir cinco meses desde que se iniciaron las restricciones a nuestras libertades individuales y nuestra situación económica es delicada: un PIB cayendo 9 puntos, un Estado en bancarrota absoluta, negocios cerrando a diario y más de un millón de desempleados. No obstante, el sector privado, gracias al apoyo de una banca sana y con reservas, está haciendo importantes esfuerzos por revertir esta tendencia y mantener los negocios y el empleo a flote. Una lucha que hoy más que nunca debería contar, si no con el apoyo del sector público, al menos con una tregua regulatoria, fiscal y de abuso de autoridad.

Este 13 de agosto vence por tercera vez la vigencia del estado de excepción en el país y sin duda, también por tercera vez, lo volverán a extender usando cualquier falacia jurídica para seguir dándole la vuelta a la Constitución. Porque a pesar de encontrarnos en una de las crisis económicas más graves de la historia nacional, el Leviatán cual tentetieso (dícese de aquellos muñecos porfiados que por más que se los tumbe regresan a su posición original) vuelve a su inmoral naturaleza de querer controlar nuestras vidas.

¿Hasta cuándo tenemos que seguir tolerando los desplantes desfachatados de la Gestapo criolla? Realmente resulta inadmisible, no solo por la forma y el nivel de estridencia con los que somos increpados y amenazados cada semana, si no porque no se compadece con el esfuerzo que estamos haciendo los individuos por superarnos. Yo soy yo y mi circunstancia, y exijo poder decidir lo que me convenga hacer, o no hacer, por el bienestar mío y de mi familia y por la legítima búsqueda de mi felicidad. Y eso incluye, por si acaso, podernos reunir en nuestras casas, con quien y de la manera que quiera y sin la venia de sabihondos.

Porque como decía Karl Popper en La sociedad libre y sus enemigos, hay momentos en que debemos ser intolerantes con la intolerancia y exigir nuestra libertad con responsabilidad. “Debemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Debemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos. Tenemos que reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia.”

¡Hasta la próxima!