Columnas

Soy empresario

Por eso, ante la embestida socialista, hago un llamado a esos emprendedores que a diario batallan por sacar adelante sus familias...

Empresarios son todas aquellas personas que emprenden; desde el microempresario que vende frutas en la calle, pasando por el pequeño propietario de una tienda, hasta Bill Gates, que fundó la gigantesca corporación Microsoft. Es falso el estereotipo forjado desde las izquierdas de que los empresarios son gente millonaria, desalmada y dedicada a actividades ‘non sanctas’. Aquello me motivó a escribir sobre el emprendimiento: aquella muchas veces menospreciada actividad a la que con mucho orgullo me dedico.

Aprovechándose de la angustia y desconocimiento de muchos, la izquierda trata permanentemente de vender la farsa de que con un mayor intervencionismo estatal habrá prosperidad y que en el Estado están las soluciones a los problemas que nos mantienen en el subdesarrollo. El socialismo además denuesta del empresario con un discurso cansinamente falaz, generalizante y ofensivo. Al más puro estilo gobbeliano se busca estigmatizar al empresario, tildándolo de pelucón o explotador, pretendiendo distorsionar su imagen como si fuera un ruin delincuente.

Hay que saber poner real perspectiva a este tipo de agresiones entendiendo que provienen de gente descalificada e insignificante. Lo único cierto es que hay que estar orgulloso de lo que se es y decir en voz alta que se es industrial, constructor, comerciante o banquero. Solo teniendo legítimo orgullo por la noble tarea que emprendemos se podrá proseguir con el siguiente paso: defender con altivez y decisión la actividad empresarial y sus ideas. Los emprendedores deben dejar claro que ellos son el único motor para alcanzar el desarrollo y la prosperidad de nuestros pueblos. Porque el político serio y positivo no solo entiende esta realidad, sino que se convierte en un aliado facilitador y promotor del emprendimiento.

No hay que ser muy erudito para entender que las grandes conquistas y revoluciones fueron llevadas a cabo gracias al compromiso valiente de hombres y mujeres inspirados en la visión poderosa de emprender. El bienestar del que hoy goza la humanidad no lo produjeron conquistas territoriales o revoluciones políticas sino conquistas de índole científico o revoluciones de índole tecnológico. Personajes como Thomas Alva Edison, Henry Ford, Alexander Graham Bell o Steve Jobs, sin duda, han contribuido más y mejor a alcanzar prosperidad a miles de millones de seres humanos, que todos los políticos colectivistas juntos. Hombres en libertad que con inteligencia y voluntad llevarían sus inventos a una dimensión tal que terminarían trascendiéndolos a ellos mismos.

Margaret Thatcher decía que no puede haber verdadera libertad sin libertad económica. No hay que temerle a la iniciativa humana ni a los empresarios. Aquellos no son ni mejor ni peor representación de la raza humana; son ella misma y, en sí misma, capaces de sabiduría y virtud. Es esa iniciativa humana la que nos continuará llevando, dentro de una cultura real de libertad, a una civilización digna de nosotros mismos. Por eso, ante la embestida socialista, hago un llamado a esos emprendedores que a diario batallan por sacar adelante sus familias, para que ahora más que nunca, con fuerza y orgullo proclamen: ¡Soy empresario!

¡Hasta la próxima!