Barrabás

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Alcemos las voces solo si estamos seguros de que no estamos gritando Barrabás.

En teoría política, la justicia debe estar por encima de los titulares y la presión del público. De ahí que su representación tenga los ojos y oídos tapados y al frente de ella, solo una balanza. Así debería ser. Jueces que se enfoquen en el caso. En la evidencia que les entregan, separada de los juicios de quien presentó la prueba. Debería. En nuestro país, la justicia no es ciega. Antes de ver el caso, mira el apellido. La presión pública es una respuesta a la desconfianza del sistema. Una especie de balance en un juego con dados cargados. Y en este contexto, el fallecimiento de Carlos Luis Morales. Resulta imposible descontextualizar su muerte. Su corazón falló porque ya no pudo soportar la carga. ¿Cómo actuar de aquí en adelante? Tener respuestas definitivas sería arrogante, me permito solo reflexión: el periodismo investigativo no puede parar. No existirían los casos Sobornos, Diezmos, hospitales en Manabí, si no fuera por ella. Los oportunistas vendrán: “la prensa lo mató”. La mayoría con intención de callar las voces que revelan sus irregularidades. Si la prensa calla entregará el país a quienes quieren repartírselo. De igual importancia, es el examen de conciencia. No solo de los medios, sino de todos. El linchamiento por redes es abrumador. Que sin ser jueces ni haber leído la evidencia (y sin cuestionarla) ya hemos condenado a alguien, es real. Que cuentas influyentes se sienten con autoridad de dictar justicia, también. Claro que se sienten así: después de todo, si el sistema falla y se burla hay “la obligación” de dictaminar sentencia. Estamos en un punto de inflexión. Lamentablemente, creer que nuestra justicia sin presión actuará de forma apolítica, es ilusorio e irresponsable. Al mismo tiempo, no hay peor dictamen que el de la turba. ¿Qué hacer? (i) El periodismo investigativo debe soportar y continuar, y entre sus valores debe primar la responsabilidad de, en negritas, su rol. (ii) Como sociedad, antes de exigir, vamos a las pruebas. En una época en que lo falso prolifera, escojamos las fuentes. Somos responsables de nuestro juicio, las palabras que escogemos y lanzamos. Alcemos las voces solo si estamos seguros de que no estamos gritando Barrabás.