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En nombre solo de ellos

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Estos no protestan por Nahel, estos quieren ver a Francia arder, y así lo cuelgan en sus redes

Los hechos de violencia callejera que estamos viendo desde hace una semana en Francia no son ya un hecho aislado. En 2005 ocurrieron revueltas nivel nacional también por el fallecimiento de dos inmigrantes electrocutados al esconderse en una subestación eléctrica para huir de la Policía, que respondía a una llamada de allanamiento. Lo que se sucedió fueron tres semanas de violencia callejera, iniciada en los barrios periféricos de París y regada a las ciudades, terminando con 2.888 arrestados, 126 policías y bomberos heridos y dos civiles asesinados por los protestantes. Como ahora, la gran mayoría de los manifestantes eran de procedencia norafricana, algunos de segunda generación (nacidos en Francia), otros llegados desde sus países de origen a Francia.

Año 2023, escena muy parecida, esta vez por el asesinato de un joven argelino, Nahel, a manos de la Policía, cuando este procedía a darse a la fuga de un control policial, ya que conducía sin licencia -y ya sería la quinta vez que lo atrapaban sin ella-, y con un carro alquilado a nombre de otra persona. Ya se exponía a consecuencias más graves. Los manifestantes dicen que hacen esto por la falta de oportunidades y el olvido del Estado francés. Quemarlo no es una solución.

Francia ha visto incrementar las revueltas violentas por parte de los inmigrantes de origen norafricano y subsahariano ante un aumento del paro (desempleo) juvenil, pero echarle la culpa al Estado francés por todos los problemas es también injusto, ya que la tasa de abandono escolar ligada al momento de recibir una subvención estatal también está ligada al paro juvenil. En medio de un Estado que no sabe cómo hacer para asimilar este problema y una juventud que se beneficia de un sistema roto, se encuentra la Policía francesa, cansada, con pocos efectivos, medios caducos y constantemente en estado de cuasi guerra civil. Los protestantes y medios han pintado a la Policía gala como los malos de esta película, pero solo se centran en la escena de saltarse un control policial que nunca debería de equiparar a la muerte, y se pierden que esto es también la reacción de un cuerpo policial cansado de tener que dar la cara ante hechos violentos, que no salen a la luz, día sí y día también. Estos, ahora, simplemente han salido del ‘banlieue’ y se han trasladado a las ciudades, a vista de todos.

La muerte de Nahel inició unas protestas pacíficas, pero rápidamente se transformaron en violentas, a un nivel inusitado. Saqueos por toda Francia, quema de automóviles y tiendas de barrio, hasta el ataque de la lesionaron, con bengalas, la pierna de la mujer de este e hirieron al infante de estos y quemaron la casa. Estos no protestan por Nahel, estos quieren ver a Francia arder, y así lo cuelgan en sus redes: “Estamos aquí por la ayuda social y el pasaporte rojo, y ya lo tenemos”, gritan unos; otros: “quemar Francia por Alá”. Dudo que Alá quiera violencia.

La familia de Nahel, al ver estas protestas en nombre de su hijo, han pedido que detengan esas protestas o al menos dejen de usar el nombre de su hijo; esa violencia no tiene nada que ver con ellos. No protestan en nombre de Nahel, ni en el de Alá, solo en el del crimen.