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Lamento boliviano

Avatar del Iñigo Balda

Lo que es verdaderamente preocupante es que nos estamos acostumbrando a esto, al punto de que ningún gobierno de la región ha condenado enérgicamente contra este suceso ni se han pronunciado en severamente contra de este hecho de gravedad.

La tarde del 28 de diciembre de 2022 sucedió un hecho absolutamente intolerable. Luis Fernando Camacho Vaca, gobernador de Santa Cruz, Bolivia, fue detenido, sin boleta de captura. La razón, según el gobierno: una violación hace 35 años… lo cual, de ser verdadero, habría hecho al gobernador el violador más precoz de la historia, ya que el crimen lo habría cometido con tan solo 5 años. Obviamente estos cargos solo existen en el mundo de la imaginación. La razón real: ser el principal foco de oposición del presidente de Bolivia, Luis Arce. Esa misma tarde no solo fue apresado Camacho, sino varios dirigentes de Creemos, el principal opositor de Bolivia.

Que ocurran estas cosas en gobiernos de tintes absolutistas, como lo son todos los de corte bolivariano y social-comunistas no es nada nuevo: Maduro, Chávez, Kirchner, Ortega y sobre todo Castro, una vez se han hecho con el poder judicial, han ido quitándose opositores de encima, de una u otra manera. Lo que es verdaderamente preocupante es que nos estamos acostumbrando a esto, al punto de que ningún gobierno de la región ha condenado enérgicamente este suceso ni se han pronunciado severamente en contra de este hecho de gravedad. Lo más cercano en Cancillería a desaprobar este hecho, por ejemplo, es condenar los abusos de derechos humanos en Irán, al otro lado del mundo. Bolivia está aquí al lado. Silencio absoluto. Silencio de ese que te eriza la piel. Silencio atronador también en Uruguay, Paraguay, Brasil, Perú, y gran parte del mundo; silencio cómplice de Colombia, Chile, Argentina y de la izquierda reaccionaria en general. Hasta el momento solo dos diputados (uno español y otro chileno, y sus partidos) han protestado enérgicamente, presentándose en persona en Bolivia.

¿Qué esperamos para alzar la voz? ¿Qué empiece a ocurrir aquí? Espero y confío que no ocurra en el Ecuador, pero lo mismo pensaban en Venezuela y en Bolivia. El silencio estremecedor ante hechos de gravedad solo dan ideas, alas y envalentonan a los absolutistas contrarios a la diversidad de opiniones. Vivimos en un mundo cínico, en el que la opinión propia queremos imponerla cada vez más sobre las que consideramos inferiores por no coincidir con las nuestras. Cada vez más políticos, la mayoría de ellos de carrera (por lo que harán cualquier cosa por mantenerse en su sitio, porque sin un puesto son la nada más absoluta) son capaces de alentar o tolerar comportamiento ‘ultras’ para poder conseguir su fin. El problema es que este comportamiento ya está pasando líneas que jamás debieron siquiera estar en el horizonte.

Este lamento boliviano no es solo de los bolivianos de bien, los que quieren vivir en una democracia plena, sino la de todo verdadero defensor de la libertad, y la de todo un continente que ve cómo se normaliza cada vez más que el simple hecho de ser opositor al gobierno sea suficiente excusa para que militares le puedan decir a la mujer de un detenido: “despídete de él, es la última vez que lo verás vivo”, como le pasó a Gabriela Antelo, la mujer de Luis Fernando Camacho el 28 de diciembre, mientras su marido era secuestrado por los militares y ella amarrada por los secuestradores.