Inflación, materia prima y la castigada industria

Son tiempos complicados para la industria, y para el ciudadano de a pie, a quien le repercuten los precios finales
El mundo está cada vez más interconectado y esto queda cada vez más claro cuando pasan grandes catástrofes en un lugar del mundo; las consecuencias no son solo locales, sino casi globales (y como mínimo con víctimas colaterales). Esto me lleva a una observación que me toca mucho en lo personal: son tiempos muy difíciles para la industria. Ha sido salir de un varapalo mundial por el que todo se tuvo que detener a la fuerza, llevándose por delante muchas empresas y puestos de trabajo, y entrar en otro varapalo totalmente distinto, que encima se ve aún más diezmado a consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, empujando aún más la incertidumbre generalizada que rodea a gran parte de los productores industriales.
En diciembre de 2019 empezamos a escuchar un pequeño chorro de noticias sobre un virus parecido a la gripe, que llegaba desde Wuhan, una ciudad en el interior de China. ¿Quién se podía imaginar lo que iba a desencadenar? Pocas personas, por no decir nadie; pero todas las consecuencias las hemos vivido de una u otra forma. El sector industrial fue especialmente golpeado. El sector alimentario y otros denominados estratégicos pudieron seguir trabajando, otros no. Muchos del sector alimentario, que no tenían pedidos o estaban en proceso de consolidarse, se vieron heridos de gravedad (cuando no de muerte) por las consecuencias económicas del COVID-19, y en muchos casos con gran parte de la materia prima caducada por no haber podido arrancar o tener las ventas esperadas como consecuencia. En casi toda la industria es muy normal que motores o piezas se estropeen necesitando cambiarlas, durante este tiempo muchas veces se hacía difícil poder cambiarlas. Pero poco a poco fue mejorando la situación sanitaria, aunque muchos proveedores no pudieron salir adelante, creando una escasez de materia prima y piezas, subiendo sus precios. Si eso no bastaba para complicar la situación, en casi todos los puertos del mundo hay un cuello de botella para la salida de pedidos de todo tipo, acentuando un poco más la escasez, incrementando más los precios, llevando el mercado a la inflación que actualmente estamos viviendo.
Varios mandatarios mundiales han corrido a echar la culpa de la inflación a Putin, pero eso es solo una parte (otra la constituyen los impuestos y la otra el COVID-19). Y muchos se preguntarán, ¿qué pinta la guerra de Ucrania en esto, si la inflación ya estaba presente antes de la invasión? Pues hay que tener en cuenta que Ucrania es el quinto mayor productor de maíz del mundo, el séptimo de cebada, el noveno de soya, el séptimo de colza, quinto de col, tercero de calabazas, sexto de pepinos, quinto de zanahoria, séptimo de centeno, sexto de nueces, decimotercero de acero, séptimo de hierro, octavo de manganeso sexto de titanio y sobre todo es el mayor productor de aceite de girasol. Puede parecer poca cosa, pero que desaparezca eso del mapa de consumo aumenta aún más la situación complicada para muchas industrias por la falta de materia prima, y eso no acaba allí; también las empresas que vendían a Ucrania (y Rusia) tienen difícil si no imposible venderles. Son tiempos complicados para la industria, y para el ciudadano de a pie, a quien le repercuten los precios finales.