Editorial | ¡Ecuador no puede conformarse!

Consentimos que el país avance a un mayor deterioro en todos los ámbitos y nos habituamos a una vida menos normal

El progresivo deterioro del país no parece ser razón suficiente para que la sociedad ecuatoriana reaccione y exija un cambio contundente que nos rescate del despeñadero por el que nos estamos precipitando. Ante los escándalos de corrupción, nos conformamos con que caigan culpables de bajo perfil sin demandar que se castigue a los cabecillas y se desmonte la estructura mafiosa. Ante la violencia que arrecia, nos consuela que la última masacre no haya sido en nuestra ciudad o en nuestro barrio, y nos encerramos en nuestras casas, renunciando a la libertad. Pasamos por alto fallas u omisiones del gobierno con la justificación de que podríamos estar peor con otros en el poder. Nos resignamos a buscar atención médica privada, renunciando al servicio público que no recibimos debido a la ineficiencia del sistema de salud y a que está tomado por el crimen organizado. Consentimos que haya carreteras y escuelas destruidas... Nos habituamos a una vida cada vez menos normal. Pero este acomodamiento no es una adaptación que nos permitirá sobrevivir, sino una rendición colectiva que nos conduce a la desaparición.

Debemos reconocer nuestra gravísima realidad y asumir la responsabilidad de exigir soluciones pero también de contribuir a ellas con valentía. La evasión, la pasividad y la rendición no tienen cabida en una ciudadanía que aspira a mejores días.