¿Hasta cuándo resistiremos?

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"La cuarentena sigue y el miedo a la segunda ola aumenta. La salida masiva o regulada originará un incremento de las personas infectadas".

Es una obligación cumplir con los mandatos de la conciencia, siempre.

En toda mi vida, que no es poca cosa, he asistido a un progresivo deterioro del Ecuador, como el que estamos pasando a causa de la maldita pandemia originada por el virus que nació en China y al descalabro en el manejo político del país, gracias a que los francotiradores del gobierno pasado cumplen de una manera perfecta los mandatos de la mosca de Bélgica.

Mis dudas tengo sobre la integridad de quien nos gobierna gracias al fraude gestado en el apagón técnico durante el conteo de votos. Por lo menos es lo que los entendidos en política han dicho desde los albores del continuismo.

El ciudadano presidente se niega a aceptar los reiterados pedidos que guardan relación con la abolición de los subsidios, la reducción de los burócratas de cuota política, la baja de sueldos a los del circo de Quito y la recuperación parcial de lo robado, que no debe ser poco.

Se acuerda del pueblo ecuatoriano para sacarle lo que a otros no se atreve.

Gracias a las imágenes de la reunión entre economistas, una noche durante la década perdida, no olvidaré el término “fonditos”, mismos que había que hacerlos producir. Con el paso de los años la tristeza me invade pues lo que produjo es más ladrones del erario nacional, quienes ahora deben estarse riendo de nuestra desgracia por causas ya conocidas.

La cuarentena sigue y el miedo a la segunda ola aumenta. La salida masiva o regulada originará un incremento de las personas infectadas.

Es de esperar que se haya adquirido experiencia propia para la defensa de Guayaquil y así alcanzar los niveles de producción para que sigamos manteniendo a los que siempre han necesitado de esta tierra. Ojalá los oportunistas del momento no jueguen con la importación de insumos y lo necesitado llegue a buenas manos.

Debe haber un consenso entre los empresarios y trabajadores para que la economía no se perjudique al extremo de aumentar el desempleo, tan nefasto para el núcleo familiar.