Columnas

Descubriendo la pólvora

Hasta con apodos los identifican, como, por ejemplo, la zorra y el cuervo, en el gobierno de la víctima de la democracia.

Ofendidos se encuentran los payasos por las acusaciones del presidente y quieren reaccionar al pedir nombres de los presuntamente involucrados, olvidándose que es una costumbre vieja en política. Tú pides, qué ofreces, yo cobro. Naturalmente sin constancia alguna.

Hasta con apodos los identifican, como, por ejemplo, la zorra y el cuervo, en el gobierno de la víctima de la democracia. Dependiendo de lo que se pretende, entran al baile aduanas, viajes, ministerios jugosos y naturalmente dinero en efectivo, que sale de la caja chica o de los gastos reservados, de ingratos recuerdos. Si se consigue alguna obra para la comarca o pueblo que representan, en hora buena. Lo demás al buche.

Este sufrido y estafado pueblo no puede haberse olvidado del hombre del maletín, que sació la voracidad de algunos honorables padres de la patria. Sin duda la cuantía era variable, dependiendo de las agallas del que pasaba el sombrero.

Ahora por la premura de los compromisos adquiridos de manera personal, las cuantías son menores y las obras de menor calidad, cuando existen.

Se dice que la verdad duele y más si es dicha ante un ventilador. Se mancillan honras, pero cuando son impolutas. Ahora eso no se conoce.

Una vez más la prensa escrita, gracias a que existe, nos da a conocer otro lleve, con los terrenos aledaños a lo que será el aeropuerto de Daular. Conveniente la compra para la reventa, cuando esté operativo. Y como el ex de la autoridad ciudadana, ¿cuántos más habrá y cuántos serán del partido que pacta con Dios y el diablo? La paciencia para ver sus réditos es mayor de los que invierten en sembríos de teca.

Ojalá al presidente no le tiemble la voz ni la mano para señalar a los ladrones y a lo mejor se anima a mandarlos a la basura junto al mamotreto de Montecristi.

Señor Lasso, ni un paso atrás. La gente honrada del Ecuador está con usted. Le pedimos que no nos entregue en las garras de los ROBOLUCIONARIOS con el prófugo a la cabeza o cola. Para él, es lo mismo. Ya alborotó el avispero. Dele duro a esos sinvergüenzas y trate de recobrar lo robado, pues la cárcel no es suficiente, ya que regresarán a su hábitat natural.