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Cuando la política se inmiscuye en la salud

Avatar del Guillermo Arosemena

¿Cómo sucede en un país que tiene las vacunas más confiables…?

La semana pasada los óbitos por COVID-19 fueron más de 800.000 en EE. UU., cifra superior a la suma de los soldados estadounidenses muertos en la I y II Guerra Mundial, la de Corea del Sur y Vietnam; podría llegar a 900.000 en tres meses. Tiene el mayor número de fallecidos por coronavirus en el mundo.

¿Cómo sucede en un país que tiene las vacunas más confiables, los centros médicos más famosos del mundo, las mejores universidades de medicina, los hospitales que producen las bases de datos de la destrucción de la pandemia en todo el mundo y donde se crearon los numerosos indicadores para llevar control estadístico? No se entiende su alarmante situación. La respuesta es una: 85 millones de personas siguen sin vacunarse y no escuchan a la ciencia. ¿Por qué esta actitud? Porque Donald Trump cuando era presidente se burló de la ciencia, de los epidemiólogos más famosos y del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés). Tal fue la influencia en su partido Republicano que convenció a sus partidarios de no usar mascarilla, recomendando vivir la vida usual y rechazó la vacuna; así esta se convirtió en tema político. Ya infectado la Casa Blanca guardó silencio y él siguió con sus mítines políticos atacando a los demócratas por querer confinar a la población. Solo cuando fue llevado al hospital, el mundo supo que tenía COVID-19.

Los estados con gobernadores republicanos son los que tienen el mayor número de contagiados. Alegan que las medidas de bioseguridad son inconstitucionales, que los ciudadanos son libres de hacer lo que quieran dentro de la ley. Siguen sin escuchar al CDC y los conductores de los programas en el canal republicano Fox News se burlan de las recomendaciones de los epidemiólogos.

La irresponsabilidad de Trump no queda ahí. Se mantiene en que le robaron la presidencia de la república y niega haber promovido el asalto de sus miles de partidarios al Capitolio (Legislatura). Una comisión de investigación intentará probar que fue un claro intento de golpe de Estado que hubiera terminado con la democracia en la propia cuna donde nació.