Premium

La ignorancia es atrevida

Avatar del Guillermo Arosemena

A Bolívar sus más cercanos colaboradores le dieron la espalda’.

Días atrás un histérico de la sierra exteriorizó en redes sociales su odio contra los líderes guayaquileños porque al terminar el paro, unos guayaquileños comentaron que debía crearse la república de Guayaquil y otros, tener el federalismo como sistema de gobierno. Ese “historiador” alabó a Bolívar y denigró a Olmedo, ofendió al Cabildo de 1827, La Mar y otros. Acusó a los guayaquileños de acordarse del gobierno central cuando necesitan dinero. Se cree culto, pero no, sus insultos lo contradicen.

Su saber de la historia es limitado, olvida que sin Guayaquil, la independencia de Ecuador no se hubiera logrado en 1822, habría tomado muchos más años.

Los ejércitos se mueven cuando hay dinero para alimentar, vestir, movilizar y armar. Eso fue lo que dio el capital guayaquileño. En mi columna de historia he escrito los detalles en varias ocasiones. Las provincias serranas estaban quebradas. Bolívar criticó a Quito por haber contribuido muy poco.

Pretende el “historiador” comparar a Olmedo con Bolívar, con el único propósito de hacerlo parecer insignificante. El único arrepentimiento de Olmedo fue tres meses antes de fallecer; en carta a Andrés Bello, le escribió que Bolívar había sido un vulgar dictador. Bolívar vivía arrepintiéndose; la última vez fue en 1829, cuando en carta a Juan J. Flores admitió su fracaso. Lo mencioné la semana pasada. A Bolívar sus más cercanos colaboradores le dieron la espalda por haber patrocinado la Constitución boliviana en 1826, que lo hubiera hecho presidente de por vida. Bolívar traicionó a Francisco Miranda, a quien había visitado en Londres para pedirle ser presentado a los legisladores y ministros británicos y solicitarles apoyo económico para financiar la independencia. Así comenzó manchada su carrera libertaria.

Olmedo nunca fue traidor. Bolívar fue el más ególatra de todos los precursores y próceres que he leído, incluyendo los de EE. UU. Solo hay que leer sus palabras en el brindis con San Martín. Olmedo fue sencillo, sin poses. George Washington pudo seguir en el poder, pero declinó y se retiró a su hacienda. Hay más, pero no espacio.