Columnas

Alberto Cordero Aroca

Es lamentable haber perdido a tan valioso historiador.

En la actual trágica pandemia han fallecido personas de diferentes profesiones y condiciones sociales. Sin duda alguna los más golpeados, médicos, junto al resto del personal que trabaja en hospitales y clínicas; policías y militares. Son los verdaderos héroes.

Alberto fue galeno de profesión, murió en el cumplimiento de su deber

Tuvo una hoja de vida impresionante: varios títulos académicos, era profesor universitario; estuvo involucrado en el deporte, ocupó elevados cargos públicos, se dio tiempo para todo.

Su pasión fue la historia, a la que se dedicó por entero los últimos 30 años de su vida.

Lo conocí en los primeros años de los noventa, había creado la Fundación Vicente Rocafuerte y escrito un minilibro del tamaño ligeramente más grande que una cajetilla de cigarrillo. En los años posteriores comenzó a investigar lo que Rocafuerte había escrito y hecho en su fructífera vida. 

Se inició revisando el monumental trabajo que Zúñiga había recopilado y publicado en 1945. Pero lo superó; obtuvo documentación en los viajes que hizo a las varias ciudades en el exterior donde Rocafuerte había vivido. En una ocasión andaba tras unas cartas que ese personaje había tenido con los poderosos banqueros Rothschild, finalmente logró encontrarlas. 

Al fallecer, Alberto había escrito más de 16 libros voluminosos de cada faceta de la vida de Rocafuerte: alcalde, diplomático, legislador, gobernador, presidente, etc. 

Seis meses antes de fallecer me visitó en casa para revisar toda la información digital que yo tenía sobre Rocafuerte. Trajo un ‘pendrive’, examinamos carpeta por carpeta y llevó todo lo que le interesaba para un próximo libro sobre el mismo personaje. 

Difícilmente hubo un guayaquileño con más conocimiento sobre Rocafuerte. 

En una ciudad donde hay gran escasez de estudiosos de la historia, siendo esta tan valiosa para evitar la repetición de errores y aprender, lo contrario de Quito, que la monopoliza y narra a su manera, es lamentable haber perdido a tan valioso historiador.