En el último Foro Económico Global se ha reconocido que existe una crisis alimentaria, climática y energética en el mundo. Sin embargo, América Latina emerge como la mejor posicionada para afrontar el desafío de ser parte de la solución y así aumentar su relevancia geopolítica.

Sudamérica tiene la energía, los alimentos y la biodiversidad que el mundo necesita. Cuenta con acuerdos comerciales que viabilizan una saludable relación comercial y no se constituye en riesgo para la seguridad de los países más poderosos.

En este contexto, el Ecuador puede generar un importante crecimiento económico, aprovechando sus fortalezas.

Contamos con un sector agrícola e industrial con gran potencial, amplias reservas mineras probadas y una gran infraestructura hidroeléctrica que permite generar energías limpias, entre otras fortalezas.

Considerando que el crecimiento del PIB del Ecuador para el próximo año se proyecta en un 3 % y el de América Latina en 1 %, y la inexistencia de políticas públicas a largo plazo, estas ventajas competitivas no se traducirán automáticamente en progreso si no se toman las decisiones correctas.

Para ello, hay que darle el espacio y seguridad jurídica a la empresa privada para que gestione las oportunidades de mercado, mientras el gobierno de turno trabaje en una macroeconomía saludable y en temas prioritarios como la seguridad ciudadana, educación y salud.

De esta manera los inversores extranjeros seguramente traerán capitales al país y consecuentemente aumentaría la producción y el empleo a nivel nacional.

Debemos cuidarnos de la implementación de reformas que nos hagan regresar a un modelo de proteccionismo y de intervención estatal excesivo, impulsadas por sectores políticos que responden a ideologías y dogmas perversos que pondrían en riesgo la oportunidad de los sectores económicos ecuatorianos de aprovechar los beneficios que la coyuntura económica mundial ofrece y que nos permite soñar en un Ecuador con gran potencia económica.