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Alausí, un grito apagado

Avatar del Galo Cabanilla

Es necesario que las autoridades locales y nacionales realicen evaluaciones rigurosas y actualizadas de los peligros geológicos y climáticos del país

El deslave que ocurrió en Alausí, el pasado 26 de marzo de 2023, es un suceso trágico que ha conmocionado a todo el país, con víctimas mortales y decenas de personas desaparecidas, haciendo temer que el número de fallecidos aumente en las próximas horas, a más de las pérdidas económicas. Por ello es importante reflexionar sobre las causas que han llevado a esta tragedia, como son: a) la ausencia de control de la política territorial, con relación a las políticas establecidas en los planes de ordenamiento territorial, uso y gestión del suelo, varios asentamientos humanos e infraestructuras se han localizado culturalmente en niveles de riesgo alto; b) la pérdida de la cobertura vegetal natural, la vegetación funciona como mecanismo natural de soporte y de estabilización de taludes cuya finalidad es la de ralentizar los procesos de remoción en masa; c) las actividades antrópicas, centradas principalmente en la creación exagerada de canales de riego y trazados viales, los cuales favorecen la filtración de agua y la inestabilidad de los taludes; y, d) la época lluviosa y las precipitaciones extremas funcionan como mecanismos de disparo para desatar deslizamientos.

En este sentido, resulta clave cuestionarnos cómo se están gestionando los recursos naturales y las construcciones en zonas de riesgo, siendo necesario que las autoridades locales y nacionales realicen evaluaciones rigurosas y actualizadas de los peligros geológicos y climáticos del país, con el objetivo de diseñar planes de contingencia efectivos. Justamente la prevención de riesgos y desastres implica identificar los posibles peligros y conflictos, evaluar su impacto potencial y desarrollar planes de acción para minimizar los efectos negativos, adoptando medidas preventivas, como la implementación y entrenamiento en materia de seguridad, la elaboración de planes de emergencia y evacuación. Como personas creyentes en Dios, debemos orar por nuestros hermanos por los duros momentos que atravesamos como Ecuador, por deslaves, inundaciones, terremotos, la inseguridad ciudadana, falta de atención médica, trabajo, entre otras tantas falencias más.